Chiribiquete. Carlos Castaño-Uribe
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Mapa 1. Localización del Parque Nacional Natural Serranía de Chiribiquete, en medio del contexto amazónico de Colombia.
Mapa 2. Orografía y red hidrográfica del Parque Nacional Natural Serranía de Chiribiquete.
La serranía de Chiribiquete representa un caso único de levantamiento tectónico del basamento precámbrico y su secuencia sedimentaria y metamórfica del Paleozoico2. Los procesos erosivos, especialmente hídricos, fueron los responsables de la formación de estas mesetas tan particulares: los tepuyes. Se localiza en una de las zonas de la Amazonia donde confluyen una serie de condiciones ambientales especiales que hacen de ella no solo un lugar de gran biodiversidad, sino también altamente endémico, es decir, donde viven especies únicas. En términos generales, el área se caracteriza por selvas húmedas de planicie y colinas, algunas selvas inundables y una serie de bosques y sabanas que crecen en mesas, cerros y afloramientos de roca de origen geológico guayanés. Más recientemente, se han formado sabanas no inundables tipo llanos, como las del Yarí. Una extensión importante de la serranía de Chiribiquete es actualmente un Parque Nacional Natural (PNN), reconocido como uno de los tres parques naturales más grandes de América.
Los ríos principales del parque son el Macayá, el Apaporis, el Mesay y el Yarí, que pertenecen a la cuenca hidrográfica del río Caquetá. Estos ríos contribuyen a mantener el balance regional de las aguas, además de suministrar una importante capacidad de amortiguación3, especialmente a través de los grandes complejos de lagos, por ejemplo, aquellos conocidos popularmente como madreviejas –cuerpos de agua con gran cantidad de materiales orgánicos en descomposición– de los ríos Yarí y Ajaju. Algunos de estos ríos, que forman una extensa red de ambientes de agua dulce, son de coloración oscura como el té, aunque transparentes, debido a la acción de sustancias astringentes llamadas taninos que sueltan las plantas en el agua.
La serranía de Chiribiquete es una importante estrella hidrográfica de aguas negras de la Amazonia colombiana, conocidas también como “aguas prietas”4 por su color oscuro. Estas aguas son ácidas, de baja conductividad, y su rasgo más distintivo es la poca cantidad de sedimentos y de concentración de nutrientes que contienen. No obstante, las aguas de este tipo son más transparentes que las llamadas aguas blancas de origen andino, aunque la diversidad de su fauna acuática no es muy elevada y los suelos que irrigan no contienen los nutrientes propios de los sedimentos que se hallan en suelos fértiles. Este hecho natural contribuye a que los suelos orgánicos amazónicos sean más vulnerables a la acción humana y determinó que los pueblos hortícolas y agrícolas de la Amazonia tuvieran que desarrollar técnicas muy sofisticadas de aprovechamiento del suelo, cosa que por lo general los habitantes de los frentes de colonización de las áreas periféricas o de apertura de la frontera agropecuaria nunca tienen en cuenta.
El río Macayá (Tunía, Tunha o Herorú) nace cerca de la localidad de San Vicente del Cagúan, en el departamento de Caquetá, con el nombre de río Guayas, y atraviesa las sabanas del Yarí. Luego bordea por el noroeste los primeros afloramientos de la serranía de Chiribiquete, dirigiéndose entonces hacia el sur donde encuentra las aguas del río Ajaju para formar el río Apaporis a partir del sitio llamado Dos Ríos. El Apaporis, por su parte, también nace cerca de San Vicente del Cagúan, pero fluye más al sur del Macayá y más al norte del Yarí. A diferencia de estos, el Apaporis es considerado uno de los ríos amazónicos más largos de Colombia, antes de desembocar en el río Caquetá (o Japurá como se le llama en el Brasil) a 960 km de su nacimiento.
Una de las características del Macayá o Tunía, es que, en proximidades del parque, buena parte de su lecho es rocoso y solo se puede navegar en canoas pequeñas o medianas. El Apaporis es uno de los ríos con mayor cantidad de raudales o cachiveras y saltos, lo que hace prácticamente imposible su navegación (Domínguez, 1978). Tal característica geológica limitó el acceso a este territorio y ofreció a las comunidades indígenas que se asentaron aguas arriba de su desembocadura, un refugio inigualable a salvo de la “civilización”, protegiendo de paso buena parte de la serranía de Chiribiquete. Algunas de estas etnias nativas son las macuna, yuhup, letuama, tanimuca, cabiyari, yuana, murui, urumi carijona, uitoto y, más recientemente, nukak.
La cobertura vegetal y ecosistémica más extensa del Parque Nacional Natural Chiribiquete forma parte del bosque ombrofilo o hylea amazónica (Estenssoro, 1990), también reconocida en la literatura científica como lowland rain forest on poor soils (Brown, et al., 1987). Esta vegetación cubre la mayor parte de la región del Amazonas, pero pocos sitios en la Amazonia tienen afloramientos del Escudo Guayanés, es decir, formaciones rocosas precámbricas y paleozoicas, en medio de la extensa cobertura selvática. Debe tenerse en cuenta que la mayoría de los tepuyes del norte de Suramérica están en medio de sabanas naturales.
Los árboles son las plantas dominantes de la vegetación del bosque húmedo que describimos y pertenecen, entre otras familias, a las siguientes: leguminosas, lecitidáceas, sapotáceas, moráceas y euforbiáceas. Los árboles más importantes de las moráceas en estas latitudes, pertenecen al género Hevea (Ruiz S. L., et al., 2007), como el emblemático árbol del caucho –Hevea brasilensis–, causante de la esclavitud que se vivió en esta región durante el primer cuarto del siglo xx. Además, fue el incentivo para una de las últimas guerras fronterizas que vivió Colombia en su historia, que definió límites y sinsabores bélicos entre esta nación y Perú. Incluso, a estas tierras llegaron algunos extranjeros con la idea de establecer unas plantaciones industriales de caucho en la zona y, en Chiribiquete en particular, que pudiera suministrar a Estados Unidos este valioso recurso para su participación en la Segunda Guerra Mundial. A finales del siglo xix y comienzos del xx el oscuro y trágico capítulo de las caucherías en la zona interfluvial Apaporis-Caquetá, Vaupés-Caquetá y Caquetá-Putumayo, casi lleva al exterminio total de la etnia carijona, últimos guardianes de Chiribiquete y actores fundamentales de la región, establecidos en la periferia de la serranía quizá durante más de 800 años.
Al sobrevolar la región, podemos observar la gran propagación de palmas, bioindicador especial de la presencia de cultura humana por ser una fuente de recursos para los indígenas que habitan en estas extensas selvas. A veces, debido a la densidad de su cobertura y a otros aspectos del medioambiente con los que se relacionan, se colige la posible existencia de grupos humanos en aquellas zonas, bien sea hoy o en tiempos antiguos. Así pues, la presencia de palmas de atalea, mauritia, euterpe e iriarte son ejemplos de amplio uso para la alimentación, no solo de personas sino también de buen número de especies silvestres. Muchas de estas palmas han sido