Jesús Martínez Guerricabeitia: coleccionista y mecenas. AAVV
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Durante el curso de la guerra no reparé en sacrificios, y con afán de empujar todo lo que pudiera, cargué sobre mis hombros tantos quehaceres que me obligaba a tener descuidada a mi familia. A un mismo tiempo desempeñaba el cargo de consejero del Consejo Municipal, Secretario del Consejo Administrativo de Fincas Incautadas, Director y Administrador del Hospital y Residencia de Ancianos, Secretario del Frente Popular, Presidente del Consejo de primera y segunda enseñanza y miembro del Comité de enlace UGT y CNT. Posteriormente, al formarse la Colectividad [Agrícola], pasé a hacerme cargo de dicha secretaría quedándome solamente con esta obligación y la del Consejo Municipal. Anteriormente me hice cargo del Comité de Abastos fundando una Cooperativa de consumo de UGT y CNT que aglutinó a todos sus socios, con gran envidia de los que no lo eran. Fui propuesto por la organización para que desempeñara la Alcaldía, cosa a la que me negué rotundamente por la razón de que no era nacido en Requena.37
Añade que todas las semanas enviaba un artículo al semanario de Izquierda Republicana Requena, hasta que rompió con sus dirigentes, y que escribió esporádicamente para Fragua Social, siempre obligado por las circunstancias. Todos aquellos hechos serían, como era de esperar, letales para su futuro después del conflicto, cuando José Martínez García quedaría a merced de la indiscriminada represión del llamado bando nacional. Como quedó evidenciado por su actitud tras los sucesos de Fuenterrobles en 1933, su radicalismo ideológico nada tuvo que ver con la violencia y siempre se distinguió, incluso durante la guerra, por mediar con sus correligionarios anarcosindicalistas proclives a medidas brutalmente expeditivas. A principios de agosto de 1936, intercedió para salvar la vida de los sacerdotes Vicente García Parra (con quien la familia mantendría después una larga amistad) y Julián Guijarro León (hermano del médico y profesor de Educación Física del Instituto, Felipe Guijarro León), suministrándoles un salvoconducto para huir a Valencia. También protegió al director del Instituto de Enseñanza Media, Luis María Rubio Esteban, sacándolo de la Cárcel Modelo. A este, como a algunos profesores y a Luis Ruiz (entonces director del Banco Español de Crédito) les consiguió un carné de afiliación a la CNT para poder darles trabajo en el Consejo de Administración de Fincas Rústicas Incautadas. Dio refugio en su misma casa, entre otros, al administrador de Correos Alfonso Calvo Peñarrocha. Se arriesgó hasta el punto de ser acusado públicamente en 1937 de encubrir a elementos fascistas.38 Pero ni esto ni la intercesión a su favor de quienes habían salvado la vida gracias a sus buenos oficios sirvieron de algo. Su «significación» –una palabra sistemáticamente empleada por los vencedores– y, también, las envidias y delaciones interesadas dejaron a José Martínez García a merced de la indiscriminada represión del llamado bando nacional. 39
Jesús Martínez Guerricabeitia –con poco menos de 14 años–, y aunque simpatizaría en un principio con la Federación Universitaria Escolar (FUE), formaliza su afiliación a las Juventudes Libertarias de Requena en noviembre de 1936 (al mismo tiempo, o poco después, que su hermano José).40 Ambos, especialmente José, que prácticamente las dirigía, se dedicaron a dinamizar la actividad ácrata local colaborando en el Periódico Mural de las Juventudes Libertarias del Instituto, que confeccionaban con escritos –pasados a máquina por Jesús–, dibujos de la mano de José y collages extraídos de Fragua Social o Solidaridad Obrera. El primero era un «diario de información y combate» de amplia difusión, órgano de la Confederación Regional del Trabajo de Levante, que apareció en agosto de 1936 y dejó de publicarse el 29 de marzo de 1939. Fue el periódico al que su padre envió algunos artículos durante la contienda. El segundo, portavoz oficial de la portavoz oficial de la CNT y que llegó a contar con la mayor tirada de los periódicos españoles en su momento (unos 200.000 ejemplares), había aparecido en 1907 (aunque durante la dictadura de Primo de Rivera dejó de publicarse). Jesús se sentiría siempre muy satisfecho de aquel activismo. Recuerda con orgullo que su periódico mural era «más bonito» que el elaborado por la FUE y que participó tanto en la preparación de algunos mítines –en uno de ellos con la asistencia de Federica Montseny– como en pintadas o pegando carteles. Todos estos hechos fueron reconocidos por él mismo cuando fue detenido el 11 de noviembre de 1939 y puesto a disposición del juez militar de guardia en Valencia.41
Su hermano José sí había podido concluir el bachillerato (sabemos que el Instituto de Requena no cerró sus puertas hasta finales de marzo de 1939). Además de su actividad en las Juventudes Libertarias, en 1937 comienza a trabajar en la sede local de la Federación Regional de Campesinos de Valencia. Ese quehacer administrativo (la organización se ocupó fundamentalmente de las colectivizaciones agrarias) le cansa pronto, y con sus 16 años recién cumplidos se enrola como voluntario en una columna confederal integrada en la 25 División, que al mando del cenetista Miguel García Vivancos luchaba en el frente de Aragón.42 Se conservan dos tarjetas postales con vistas de Requena que Jesús Martínez le envía allí, en las que con sus quince años le remite un rotundo «Souvenir d’un camarade antifascista à un soldat de l’armée rouge».43 Debió de escribirlas durante el verano o el otoño de 1937, porque sabemos que en febrero de 1938, tras la toma de Teruel, José, en lugar de volver a Requena, se queda en Valencia (viviendo con su tía Julia Guerricabeitia Otero en el poblado de Benicalap) e ingresa en las Milicias contra el Analfabetismo, la versión anarcosindicalista de las gubernamentales y procomunistas Milicias de la Cultura en las que acabarían integrándose. Y allí permanece hasta el final de la guerra.
En los últimos meses de 1938, las sucesivas derrotas del ejército de la República obligan a la movilización de los hombres disponibles en la retaguardia. José Martínez García es entonces obligado a dejar sus responsabilidades en Requena y marchar al frente, incorporándose a la 117 Brigada mixta del frente de Levante, donde le sorprendería la derrota de su ejército. Y así fue como Amor Martínez se queda solo con su madre. De golpe, con 16 años recién cumplidos, se convierte en el hombre de la casa. De aquella perentoria y súbita conciencia daría cuenta a su hermano mucho tiempo después:
Soy resultado de una serie de cosas que yo no dudo hubiera podido vencer y estar tal vez más satisfecho; esto en lo que se refiere a la proyección de la guerra y de nuestras circunstancias familiares sobre mí mismo. Pues veo claro de qué manera más anormal me he ido formando solo. Desde los 16 años he ido bandeando en casa solo, sin ti y sin el padre, y aunque con espíritu de sacrificio me hubiera sido llegar más lejos de lo que pude llegar, dentro del decoro medio que más o menos logramos mantener.44
En marzo de 1939, ante una derrota inminente, las tropas republicanas se rinden o simplemente abandonan las líneas. A finales de mes, tanto el padre como el hermano regresan a su casa de Requena, poco antes de la entrada en la ciudad de las unidades del Cuerpo del Ejército de Castilla, al mando del general José Enrique Varela, el día 30 de marzo. Comenzaba para la familia una larga y dura posguerra. El 19 de mayo, tras un consejo de guerra sumarísimo, eran fusilados en la ciudad catorce ciudadanos, algunos de ellos compañeros del propio José Martínez García. La represión, al mando del alcalde y jefe de Falange, fue durísima. Padre e hijo –angustiados y bajo la presión de la derrota– se habían escondido entre las cuatro paredes de su casa en la calle Mariano Cuber (dedicada ahora a Calvo Sotelo). Pero convencidos por la familia y los amigos, que los instan a que huyan, conscientes del peligro que corren, una noche de principios de abril emprenden la marcha hacia Valencia, siguiendo los 72 kilómetros de la vía férrea. El padre se refugia en el domicilio de un sobrino, situado en la calle Salvador Pau, del actual barrio de Albors. El hijo, que llega con los pies destrozados, se queda a vivir de nuevo con la tía Julia, en Benicalap. Hasta que en mayo, confiado en no haber cometido ningún acto delictivo, vuelve a casa.45
Estaba completamente equivocado. Al poco de llegar, José Martínez Guerricabeitia es detenido