La cueva y el cosmos. Michael Harner
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Milagro 3: hablar en finés
Cuando los chamanes se «encarnan» o se funden con un espíritu que ofrece su ayuda, es natural que hablen en la lengua de ese espíritu. Lo notable, como en mi caso como paciente en Hawái, es que las palabras puedan traducirse si está presente alguien que conozca la lengua.
He aquí otro ejemplo personal. En uno de mis cursos se invita a los espíritus a fundirse con los participantes para ofrecerles su poder curativo. Al sonido de los tambores, cada participante aguarda con paciencia hasta que un espíritu sanador se une a él y le induce a cantar y danzar para transmitir a otros el poder curativo. Lo hacen uno tras otro.
En esta ocasión, un espíritu propicio se fundió conmigo. Como es habitual, al experimentar su poder curativo, yo («nosotros») empecé a cantar y danzar espontáneamente en el círculo del grupo, mientras de mi labios brotaban palabras incomprensibles y reiteradas incisivamente hasta que mi danza concluyó y pude sentarme.
Al final de la sesión, los participantes compartimos la experiencia. Una mujer finlandesa alzó la mano y me preguntó si sabía lo que yo había estado cantando. No tenía ni idea. Me dijo que había cantado en finés y había repetido la frase: «¡Basta de universidad!». Esto provocó un gran estupor y risas en el grupo, pues los estudiantes sabían que hacía poco me había negado a seguir el camino de la vida académica como profesor. Y, evidentemente, no sabía finés.4
Milagro 4: hablar en noruego arcaico
Como he explicado anteriormente, lo que parece imposible o milagroso al no chamán es realmente sencillo e incluso rutinario cuando uno sabe que 1) los espíritus existen de verdad, y 2) si los espíritus lo desean, pueden hablar por medio de los chamanes. Mientras dirigía un curso avanzado de iniciación en 2008, pedí un voluntario para una demostración de estas realidades. Amanda Foulger, miembro de nuestra facultad, se ofreció a ello.
Le pregunté si conocía las nacionalidades de sus ancestros. Dijo que eran fundamentalmente ingleses, en segundo lugar escoceses y remotamente noruegos. Dado que era californiana, la única lengua que ella conocía era el inglés.
A continuación le pedí que entrara en el estado chamánico de consciencia o ECC con ayuda de la percusión reiterada para que se fusionara con uno de sus ancestros del siglo XVI o una época anterior y que ese ancestro se expresara utilizándola a ella como mediadora. Todo esto ocurrió en presencia de unas 40 personas.
Tras unos dos minutos de percusión, Amanda se incorporó y el sonido del tambor se interrumpió. Empezó a hablar en voz alta, balanceando lentamente los brazos hacia adelante y hacia atrás. Una vez concluyó y tomó asiento, los estudiantes la miraron confundidos porque sus palabras parecían completamente ininteligibles.
Sin embargo, una estudiante familiarizada con las lenguas escandinavas alzó la mano. Dijo que Amanda había hablado en una forma arcaica de noruego. Además, continuó, el espíritu que hablaba a través de Amanda parecía ir de caza y discutir con un compañero sobre cuál era la dirección correcta. Esto sorprendió a los estudiantes y a la propia Amanda, que no sabía ni una palabra de noruego.5
Milagro 5: una cura que el médico afirmó no ofrecer jamás
El siguiente relato fue escrito por Ken Emerson, que participó en un grupo de práctica conocido como «el barco del espíritu». A veces llamada «canoa espiritual» o «balsa espiritual», de una u otra forma esta práctica ha existido desde antiguo entre los pueblos de la Costa Noroeste de Norteamérica, en el noroeste del Amazonas, en Austrialia y en Indonesia. He aquí sus palabras:
A principios de 2004 me diagnosticaron deficiencia alfa-1 antitripsina (AAT). La alfa-1 antitripsina se sintetiza en el hígado, y su carencia provoca enfisemas. Por último, el daño recae sobre el hígado y sobreviene la cirrosis. Existe una terapia de sustitución a través de inyecciones intravenosas semanales de proteína AAT. He recibido estas inyecciones desde 2004; no obstante, mi función pulmonar seguía deteriorándose.
En abril de 2011 asistí al taller intensivo de dos semanas de la Fundación con Alicia Gates y Amanda Foulger. Fui elegido como sujeto para el ejercicio del barco espiritual. Al acabar la sesión supe inmediatamente que había recibido una sanación. Mis pulmones estaban despejados, respirar ya no entrañaba dificultades y mi corazón latía con fuerza y regularidad.
Al llegar a casa pedí una cita con mi neumólogo. Hizo todas las pruebas, incluyendo una placa pectoral de rayos X, espirometría y análisis de sangre. ¡Los resultados le dejaron tan perplejo que creyó que el equipo había fallado! Repitió las pruebas con idénticos resultados. La prueba de rayos X no mostró signos de enfisema, aunque aún se percibía algún tejido dañado. La lectura de espirometría reveló una función pulmonar a un 82% de lo normal; la lectura previa era del 77%. El nivel de proteína AAT había pasado de 74 a 77 (el nivel normal se sitúa entre 90-200).
Mi doctor no pudo explicar las razones médicas de estos cambios drásticos. Como yo sonreía como un niño en la mañana de Navidad, me preguntó qué ocurría. Sin ofrecerle detalles, le conté los resultados de la curación junto a mis espíritus protectores compasivos. Negó con la cabeza y dijo que yo había recibido algo que él jamás podría ofrecer. Interrumpió la terapia de inyecciones intravenosas y programamos una cita de seguimiento para seis meses más tarde.
En la siguiente cita se realizaron las mismas pruebas. Estos fueron los resultados: ningún signo de enfisema, funcionamiento pulmonar al 112% de lo normal y nivel de proteína AAT a 80. Realizamos un seguimiento de mi enfermedad cada seis meses. En esta ocasión, al abandonar el despacho, ¡los dos sonreíamos!6
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En los ejemplos ofrecidos en este capítulo, los espíritus no solo mostraban su existencia, sino que también revelaban su capacidad para sanar y prestar ayuda. Recuerdo un libro popular que se publicó hace unos años y cuyo título era A Course in Miracles. Me he resistido a la tentación de llamar a este capítulo (desde la perspectiva del chamán) «Of Course They’re Miracles!».
3. La búsqueda
Los chamanes son individuos delirantes y probablemente esquizofrénicos, eso fue lo que me enseñaron en la Universidad de California, en Berkeley, cuando era estudiante de antropología, a principios de los años cincuenta. Las pruebas que sustentaban esta tesis eran que los chamanes aseguraban ver y hablar con espíritus e incluso recurrían a ellos para curar a los demás. Sin embargo, puesto que a veces parecían realizar curaciones eficaces, merecían un estudio más profundo desde la perspectiva psicológica. Walter Cline se mostraba muy reacio a aceptar esta perspectiva puramente psicológica respecto a los chamanes.
Esta percepción era una herencia de prejuicios occidentales que se remontaban siglos atrás, hasta el escarnio y persecución perpetrados por la Inquisición contra los chamanes, entonces llamados «brujas» y «brujos», nombre con el que, a veces, aún se les conoce en el norte de Finlandia. Los métodos de tortura y ejecución de la Inquisición fueron gradualmente sustituidos por las presiones más sutiles del secularismo que acompañaron el florecimiento de la ciencia en la edad de la «Ilustración» en el siglo XVIII.
En ese siglo, uno de los últimos vestigios del chamanismo europeo, los métodos de visualización, aún sobrevivía en la medicina popular bajo el nombre de