Relatos sociológicos y sociedad. Claudio Ramos Zincke

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Relatos sociológicos y sociedad - Claudio Ramos Zincke

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una efectiva confrontación argumentativa, ni se hacía un análisis empírico sistemático capaz de ratificar o refutar afirmaciones. En esa confrontación política los intelectuales iban definitivamente en el vagón de cola.

      En el MAPU la tensión entre esas dos posiciones pronto se hizo insostenible. A fines de 1972, en el pleno del partido sale elegido Óscar Guillermo Garretón, propulsor de la tesis de radicalización, de promoción del “poder popular” y de la defensa armada del proceso. Ante eso la fracción defensora de la tesis de consolidar aglutinando fuerzas se separa. De ella forman parte Jaime Gazmuri, Enrique Correa, Fernando Flores, Juan Enrique Vega, Tomás Moulian y José Joaquín Brunner, grupo que comparte orientaciones políticas y lealtades. Este MAPU será conocido como MAPU Obrero Campesino, o MAPU OC, por la idea de ser un partido no solo obrero, sino que pretendidamente aglutinador de sectores populares y sectores medios. Su secretario general será Gazmuri. Manuel Antonio Garretón opta por no incorporarse a ninguna de las dos fracciones del MAPU; posteriormente se incorporará al Partido Socialista, cuyo Comité Central integrará entre 1985 y 199543.

      En sus diferentes involucraciones políticas fueron importantes para Moulian las relaciones afectivas. Según sus propias palabras, “yo me metí [en el MAPU] porque era amigo de Ambrosio y me parecía que con ese núcleo, con esa gente, podía militar en política y me podían oír”. También con Gazmuri, que luego reemplazará a Ambrosio en la dirección del MAPU, mantendrá una relación estrecha, con amistad entre sus familias y visitas a las casas. Otra amistad fuerte era la que tenía con Enrique Correa. En posteriores decisiones políticas también habrá fuertes componentes emocionales involucrados. Ellos, si bien no explican las decisiones, contribuyen a gatillarlas o a reforzarlas. Imprimen el impulso final, a veces dirimente, que falta a las puras argumentaciones teóricas.

      Mientras trabaja en la Flacso, Moulian mantiene su militancia en el MAPU OC, al cual también pertenecen los restantes integrantes mapucistas de la institución –Brunner, Augusto Varas, etc.–. Seguirá en el MAPU hasta 1983, luego de lo cual no volverá a militar, aunque a principio de los años noventa se acerca al PC, lo que, sin embargo, según él, lo hará solo instrumentalmente, “de un modo que no afecta mi pensamiento”. De todos modos, además, en las elecciones senatoriales de 1993 votará por Gazmuri.

      En su militancia bajo dictadura, seguirá vinculado orgánicamente al partido, contribuyendo a las actividades clandestinas de este, pero ya sin la dependencia de antes ni tampoco prestando los servicios escriturales de difusión que había dado en el pasado. En la orgánica partidista del período, Augusto Varas será el encargado del frente intelectual, que hace el nexo con las instancias directivas del partido. Él se comunicaba con Gazmuri e informaba de lo que estaban produciendo. En esas conversaciones decidieron sobre la revista Umbral. Esta fue una revista clandestina, para los sectores más intelectuales, que existía junto a la revista Resistencia, pensada para el conjunto de los militantes44. Además, según dice Moulian, cumplía una labor política de mediación: “el partido me encargaba las relaciones con la Democracia Cristiana, que eran muy importantes porque a través del MAPU la Democracia Cristiana estaba interesada en llegar al Partido Socialista. Nosotros triangulábamos en la relación”45.

      Esa involucración partidaria, aunque le era fuente de inquietud, por su necesaria clandestinidad, no era mayormente demandante de tiempo. Tampoco estaba supeditado a la relación de dependencia que había tenido en el pasado. De tal modo, ahora sí asumirá una función reflexiva investigativa. Su primer foco será explicar las causas de la derrota de la Unidad Popular, tarea que emprende en la investigación con Garretón. Un segundo foco será estudiar las relaciones entre socialismo y democracia, discutiendo las tesis leninistas-estalinistas del Estado como mero instrumento de dominación. Eso sentará las bases para su aporte a la llamada “renovación socialista”, una revisión del pensamiento de izquierda que irá facilitando la convergencia de las fuerzas de oposición. De ello surgen diversos textos que comentaremos en la sección siguiente.

      Para el análisis de la producción intelectual de Moulian comenzaremos con una primera fase que se extiende desde su primer trabajo, en 1965, hasta 1983, año en que aparecen dos obras que recogen aspectos centrales del trabajo previo: La Unidad Popular y el conflicto político en Chile, en coautoría con Manuel Antonio Garretón, y Democracia y socialismo en Chile.

      En las referencias bibliográficas al final del libro incluyo el listado completo de las obras de Moulian. Revisaré aquí el contenido de las correspondientes a este período, buscando los argumentos, conceptualizaciones y características centrales del relato que va articulando sobre la realidad social chilena, así como sus conexiones intertextuales y los modos de establecer el enlace referencial. En lo que sigue, me referiré a los más de cuarenta textos de este período en referencia a los ejes principales de la construcción que realiza el autor.

      La producción sociológica de Tomás Moulian se inaugura cuando tiene 26 años, al inicio del gobierno de Eduardo Frei Montalva, en 1965, con un libro de título inespecífico: Estudio de Chile, pero donde ya aparecen los temas que reiterará una y otra vez en los años futuros: partidos políticos, relación con clases sociales, conducta política de clases y sectores de clases, régimen de partidos, orientaciones ideológicas. El prologuista, a su vez, lo presenta como un “sociólogo joven y no conformista”, anticipando con esta última caracterización un rasgo que a futuro volverá a ser reiteradamente mencionado.

      En particular, lo que estudia es la relación entre ideologías y comportamiento político. El comportamiento político lo analiza a través de su expresión electoral, tomando datos de elecciones parlamentarias y presidenciales entre 1949 y 1965. Analiza las orientaciones ideológicas y la conducta política de la clase obrera, clase media y clase alta. En concordancia con el momento político en que escribe, le presta particular atención a la trayectoria ideológica de la Democracia Cristiana que consigue atraer a la clase media, logrando un continuo crecimiento desde 1957 hasta elegir a su candidato presidencial en 1964. Según plantea, si bien este partido “surgió como un intento de reemplazar el orden capitalista […] poco a poco ha ido derivando hacia el reformismo, siendo quizás justamente esta evolución la que ha permitido su ‘encuentro’ con la clase media” (48). En tal encuentro incidiría la afinidad con el catolicismo prevaleciente en estas clases, la visión global, mesiánica, de renovación, que posee el partido, su carácter de movimiento nacional abierto a todas las clases y su condición de alternativa frente a movimientos más radicales (49-52). Al paso, Moulian señala otro factor de atracción entre universitarios y profesionales jóvenes, frente al cual parece él mismo haber sido sensible: “la capacidad teórica, el aspecto de seriedad y conocimiento de los líderes y organizaciones de la Democracia Cristiana […] y la pretensión de pureza, de no corrupción” (Moulian, 1965: 50).

      En este trabajo no se visualiza una orientación teórica clara, ni aparece el marxismo. Aunque usa profusamente el concepto de clases sociales, su concepción sobre ellas es todavía weberiana. Se trata, dice (Moulian, 1965: 21), de “todas las personas que se encuentran en un mismo nivel de prestigio y estimación social. Igualmente, la conciencia de clases la entiende como sentirse participante y afectado por los modelos de conducta de la clase, e incorporarse a la organización que expresa a la clase (55). Su concepción de sociedad y cambio social, por su parte, aún está dentro del modelo de la modernización, con el paso de sociedad tradicional a sociedad desarrollada.

      Entre los autores destacados que cita está Vekemans, de quien, por ejemplo, acoge su definición de las clases altas como “clases herodianas”, o sea, “como grupos sociales que viven con el standard de vida de las clases altas de los países desarrollados en una sociedad con recursos económicos escasos” (Moulian, 1965: 63). También cita a Medina Echeverría y su concepción sobre la relevancia cultural de la hacienda,

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