Relatos sociológicos y sociedad. Claudio Ramos Zincke

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Relatos sociológicos y sociedad - Claudio Ramos Zincke

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1965: 67).

      Un último punto del libro, de relevancia solo anecdótica, contiene su análisis sobre la “neutralidad política de los militares”, donde sostiene que los grupos militares “están neutralizados como órganos de presión política”, pero tiene la cautela intelectual de cerrar el capítulo, y el libro, diciendo que, al respecto, “no es posible profetizar [su comportamiento] para momentos distintos del actual” (Moulian, 1965: 148).

      Están allí los temas sobre los que Moulian seguirá escribiendo en el futuro, pero todavía no hay un relato integrador. De hecho, el texto tiene un cierre abrupto y no hay conclusiones. La introducción, por su parte, es meramente formal, sin ningún anuncio sobre el contenido sustantivo que se va a encontrar en la obra.

      Esto cambiará radicalmente en sus obras siguientes, todas las cuales tienen tesis muy claras.

      Durante el período de la Unidad Popular, como ya hemos visto, Moulian principalmente escribe textos de ocasión, frente a las demandas del partido, para enfrentar las contingencias políticas. Tienen así más una función de difusión que de elaboración de una interpretación original. Uno de los dos textos de carácter reflexivo y académico que aparece en estos años es un denso artículo publicado, en diciembre de 1971, en la revista Cuadernos de la Realidad Nacional, del Ceren, donde trabajaba y hacía clases: “Algunos problemas teóricos de la transición al socialismo en Chile”, escrito en conjunto con Guillermo Wormald, sociólogo también de la Universidad Católica, más joven que él.

      Este texto aborda un problema que hoy parece bizantino: ¿cuál es la correcta caracterización del período iniciado con el gobierno de la Unidad Popular? ¿Se está efectivamente en una fase de transición al socialismo? Esta, en verdad, era una materia de alta relevancia práctica. En ese momento la discusión política estaba muy marcada por un discurso teórico marxista y de este se derivaban tipificaciones que orientaban la acción. Estar en la transición al socialismo involucraba tener el control del Estado y el poder suficiente para emprender la transformación socialista de la antigua formación social, modificando desde el Estado la estructura económica, destruyendo gradualmente las estructuras capitalistas tanto económicas como políticas e ideológicas.

      Un influyente relato que circulaba en la izquierda afirmaba que tal era el caso. Chile estaba en la fase de transición al socialismo, así entendido. Dado eso, tenían sentido y justificación una serie de acciones de radicalización. Moulian y Wormald (1917) discuten tal planteamiento. Para ello, el medio que usarán no son los datos. Lo que enfrentan es una narrativa. Así, gran parte del texto es para discutir teóricamente lo que es la “transición al socialismo” y cuál es el carácter de la “ruptura” que abre paso a la transición, en el contexto de la teoría marxista.

      Apoyándose en diversos autores de la tradición marxista (Marx, Lenin, Sweezy y Dobb, Bettelheim, Althusser, Poulantzas y otros), Moulian y Wormald precisan que tal transición es entendida como la etapa socialista hacia el comunismo, en la cual conviven rasgos de diferentes modos de producción. La ruptura que marca el paso a la etapa de transición es un cambio en la hegemonía política de clases, el cual asegura el cambio en el carácter de clases del Estado. Esto es lo que define la ruptura (103-106). Tal ruptura, en todo caso, no debe confundirse, aclaran los autores, con una de sus modalidades: la acción armada; la pertinencia o no de esta forma de acción colectiva dependerá de las particulares condiciones históricas (Moulian y Wormald, 1971: 113). Cabe precisar que el concepto de hegemonía está usado no en el sentido gramsciano, del logro del consentimiento por vía ideológico-cultural, sino en el sentido de control político institucional del Estado46. La hegemonía de clase es la capacidad de dirección autónoma del Estado por parte de una clase, permitiendo la realización de sus intereses (106-112). Por otra parte, si una clase comparte la dirección del Estado, no puede decirse que cuente con poder hegemónico. Así, es con la hegemonía política de la clase obrera que puede afirmarse que comienza la etapa de la transición al socialismo. Es el control del Estado la condición que permite asegurar la transformación socialista de la antigua formación social (Moulian y Wormald, 1971: 117).

      Con esa argumentación sientan las premisas para caracterizar la situación del proceso chileno. Con el gobierno de la Unidad Popular, el control del Estado es compartido. Si bien el poder ejecutivo posee cierta libertad de acción, por las características históricas del Estado chileno, los partidos obreros no poseen poder hegemónico, sino que solo un control parcial del Estado. No se ha producido una transformación del carácter de clase del Estado. Ese control parcial del Estado logrado por la UP, sumado a la correlación de fuerzas existentes, es incompatible con la realización de un programa socialista. Por tanto, no se ha producido la ruptura que señalaría la transición al socialismo. El proceso ha recorrido todavía no más que los primeros estadios de la fase democrático-popular, sin garantías de irreversibilidad. Se está recién en un “período de transición hacia la transición” (Moulian y Wormald, 1971: 126).

      Se cuidan, no obstante, de indicar que, aunque el proceso no sea socialista, el programa contiene un conjunto de importantes medidas socialistas y que el poder obtenido provee la capacidad suficiente para realizar transformaciones en la “formación social” chilena.

      Esa conclusión es muy significativa en el debate político del momento. Se suma a las narrativas circulantes durante esos años que apoyaban a las posturas allendistas y de un sector de la izquierda que luchaba contra los intentos de acelerar el proceso de cambios. Los que defendían la postura de radicalización, de avanzar sin transar, percibían la realidad desde dentro de un marco interpretativo que los convencía de contar con las condiciones para hacerlo: se sentían como los bolcheviques controlando el Estado ruso, en 1917, o como el Che Guevara, Camilo Cienfuegos y Fidel Castro, en 1959, luego de la derrota de Batista. Esta contribución textual de Moulian y Wormald será, sin embargo, solo otra voz en la cacofonía interpretativa reinante en esos momentos. Es, además, un texto abstracto, de forma muy académica, y la argumentación, pese a su precisión lógica, se ve oscurecida por la densidad de la construcción académica. En años siguientes, a sus trabajos más académicos, Moulian, en la exposición de sus ideas, agregará versiones alivianadas para difusión más amplia, y reiterará sus planteamientos en múltiples versiones o traducciones. En este período, en cambio, eso no ocurre. Su actividad intelectual no logra tal canalización.

      Aunque no tienen lugar destacado en el argumento, hay dos afirmaciones que aparecen y que en obras posteriores se expandirán. Una es sobre un rasgo que cruza medio siglo: el debilitamiento de la hegemonía burguesa desde 1920; la otra, sobre el período de Allende: la incapacidad de la Unidad Popular, ya constatada a fines de 1971, cuando los autores escriben, para movilizar al conjunto de las clases populares; la DC congrega un sector de ellas, atraídas por motivaciones diversas o repelidas por la UP.

      Este texto provee una caracterización teórica de la situación. Sobre esa base, cuestiona otras interpretaciones como inadecuadas, como ilusorias. Busca una “lectura real” usando el instrumento de la teoría (Moulian y Wormald, 1971: 99). Fuera de esa mejor lectura, en las conclusiones no provee otras orientaciones para la acción que vayan más allá de la afirmación ostensiblemente vaga de que “el avance del proceso chileno requiere, por lo tanto, el desarrollo creciente del poder obrero en sus múltiples formas y dimensiones”, de acuerdo con las posibilidades de la correlación global de fuerzas, y de que tales formas de poder deben “prefigurar las relaciones sociales socialistas” (Moulian y Wormald, 1971: 129). Lo que ello signifique, fuera de mostrar que los autores están alineados con el imaginario político prevaleciente en la izquierda, no es especificado.

      El primer texto de análisis político que ya no es meramente para difundir las ideas del partido y que muestra solidez reflexiva y académica es “Lucha política y clases sociales en 1970-1973” (Moulian, 1975a [1973]). Lo escribe inmediatamente después del golpe, entre octubre y noviembre de 1973, y es un primer

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