Relatos sociológicos y sociedad. Claudio Ramos Zincke

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Relatos sociológicos y sociedad - Claudio Ramos Zincke

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conducción y parte muy importante de ello fue un problema de análisis y comprensión de la realidad que se enfrentaba. Los autores hacen una evaluación crítica de la falta de alianzas políticas con el centro así como de la fuerza que adquirió el proyecto de ruptura armada, asumido al interior de la Unidad Popular por una parte del Partido Socialista.

      En el resultado final, a esas debilidades se suma la efectividad lograda por la derecha en sus esfuerzos por cuestionar la institucionalidad, agudizar la polarización y deslegitimar al gobierno, con un discurso en que apela a los valores de libertad y democracia. Su estrategia logra la adhesión de las capas medias y el apoyo o neutralización de la DC para terminar con el gobierno de Allende. La derecha, cohesionando a la burguesía y capas medias, logra la hegemonía ideológico-cultural que no consigue la UP.

      En la introducción agregada en el libro de 1983 al texto de 1977 se dice que la izquierda aprendió “que ningún proyecto de envergadura puede encararse en Chile sin constituir una sólida mayoría dentro de las reglas del juego político. Que el país no se agota en la clase trabajadora y que un proyecto de transformación debe ser popular, pero debe ser también nacional, desbordando los márgenes clasistas y dando cabida genuina a vastos sectores sociales. […]” (Moulian y Garretón, 1983: 17).

      Luego de ese trabajo conjunto con Garretón, Moulian continúa investigando en ese tipo de procesos políticos, por una parte, con respecto al período de la dictadura militar, a lo cual me referiré más adelante, y por otra parte explorando en lo ocurrido en el período previo procurando afinar la caracterización e interpretación sobre el comportamiento de los actores políticos.

      En “Debilidad hegemónica de la derecha chilena en el Estado de compromiso”, que Moulian escribe junto con Germán Bravo y presenta en un seminario organizado por Ceneca, Flacso, SUR y Vector en enero de 1981, profundiza en la derecha política chilena. Moulian y Bravo analizan las limitaciones de la derecha para realizar una política hegemónica en el Estado de compromiso, entre 1938-1970, y su carencia de un proyecto de carácter nacional, no llevando a cabo reformas burguesas, las cuales son impulsadas por otras fuerzas sociales.

      En ese período, según los autores, la derecha sigue una lógica de “guerra de posiciones” con momentos defensivos y ofensivos. La acción defensiva de acomodación, tiene por objetivo moderar los proyectos de reforma del bloque gobernante. La modalidad ofensiva se despliega como consecuencia de los problemas provocados por los intentos reformadores. En la derecha prima una orientación corporativa, cuyo foco principal es resolver los problemas de la propia clase dominante. Esto restringe la capacidad hegemónica de la derecha (13). Conjuntamente, hasta 1973 las clases dominantes carecieron de un proyecto que articulara diferentes sectores sociales, que recogiera las demandas y problemas planteados por otros sectores sociales, y no tuvieron capacidad para reestructurar la acción del Estado de acuerdo con una racionalidad burguesa “pura”; no poseen un proyecto de modernización propio (6). Deben aceptar los límites impuestos en el Estado de compromiso, con una industrialización capitalista regulada por el Estado y con una democratización política y social. De tal forma, “la incapacidad hegemónica inicial de las clases dominantes permite que sean otras fuerzas las que asuman las tareas de modernización” (Moulian y Bravo, 1981: 26).

      La nueva clase que va surgiendo con la industrialización sustitutiva dependiente del Estado se ve absorbida por el antiguo bloque oligárquico y bajo su dirección ideológico-cultural. No se crea, entonces, una burguesía manufacturera como segmento social diferenciado. “Las clases dominantes de la industrialización y del Estado de compromiso siguen manteniendo y reproduciendo una cultura oligárquica, que expresa mejor el mundo señorial del latifundio que las categorías específicas de la ideología burguesa. Esos elementos están absorbidos y re-elaborados por la constelación oligárquica”. “El conservantismo de la derecha es la expresión política de una cultura/sentido común aristocratizante, para la cual es más fundante de las jerarquías sociales el par linaje/dinero que el par dinero/mérito. Hasta avanzada la década del 50, se desarrolla un tipo cerrado de clases dominantes” (Moulian y Bravo, 1981: 18) y no se produce el enfrentamiento entre el terrateniente sustentado en relaciones sociales precapitalistas y el industrial “moderno”.

      Hasta 1964 se mantienen el problema agrario, con un sector que no accedía al mercado de bienes y que obligaba a mantener altos niveles de protección arancelaria. Estos elementos formaban un círculo vicioso que Moulian y Bravo (1981: 20) sintetizan: estrechez del mercado interno → obliga a mantener tasas muy altas de protección → disminuye la competitividad de la industria nacional → esa competencia limitada regulada por la fijación de precios asegura tasas de ganancia altas → no necesidad de innovación → sectores manufactureros no necesitan modernizarse.

      Tal concepción conservadora y visión de mundo tradicionalista de las clases dominantes chilenas no deriva de alguna capa de intelectuales que la impusiera. “Más bien sucede lo contrario. La capa de intelectuales de las clases dominantes chilenas, durante el período estudiado, no son un segmento que dirige, sino un mero reflejo de las características semiburguesas de las clases dominantes. Su papel es el de meros difusores del sentido común clasista. El conservantismo político es secretado por la misma constitución material e histórico-social de esas clases y es la ‘expresión’ de esa cultura-sentido común aristocratizante que proviene del latifundio. La hacienda marca culturalmente a las clases dominantes más que la fábrica” (Moulian y Bravo, 1981: 21, 22).

      El texto “Desarrollo político chileno entre 1938-1973”, de 1982, sintetiza los argumentos que ha ido tejiendo Moulian, con su relato sobre el Estado de compromiso, desde el Frente Popular hasta la UP y su fracaso. Este relato muestra los principales factores que llevan al desarrollo del Estado de compromiso y a su mantenimiento, y los del fracaso del gobierno de la UP, buena parte del cual deriva de fallas de diseño y conducción por parte de la izquierda.

      Es una publicación de importancia para la difusión a mayor escala de la construcción narrativa de Moulian. El texto aparece en la revista Apsi. Esta es una destacada publicación de izquierda, uno de los escasos medios periodísticos que en este período abren espacios para la reflexión política de la oposición al régimen. Es un texto denso en contenido histórico y analítico, que se extiende por casi 30 páginas, más allá de lo usual en una revista destinada a un público amplio. Para facilidad de los lectores se publicó en tres partes, entre julio y septiembre de 1982.

      Moulian justifica el abordaje histórico diciendo que “para entender la realidad actual es necesario buscar las raíces de contradicciones históricas que en 1973 se intentaron resolver” y precisa que el discurso histórico “nos acerca a una ‘comprensión sensible’ más valiosa que un descarnado análisis conceptual” (Moulian, 1982a: 12). En esta nueva versión del recorrido histórico reitera puntos, pero también agrega matices y énfasis. Señalaré algunos que tienen más claridad y fuerza narrativa.

      El Estado capitalista de compromiso es una entidad central del relato y resulta de la acción del Frente Popular a la cual se suma la izquierda en la década de 1930. Constituye una solución simultánea a la crisis del modelo primario exportador y a la “cuestión social”, frente a todo lo cual habían fracasado esfuerzos previos, de derecha. La política frentista aborda tres tareas fundamentales, que caracterizarán a este Estado de compromiso: (1) el fomento de una industrialización sustitutiva de importaciones, desde el Estado, apoyándola con créditos, protección arancelaria, infraestructura, etc.; (2) el desarrollo de la democracia política, especialmente favoreciendo a los sindicatos; (3) la expansión de funciones estatales de bienestar y de disminución de desigualdades (Moulian, 1982a: 17). Con ello, la izquierda se incorpora a una tarea modernizadora del capitalismo.

      Dada la fuerza de sector terrateniente y de la oligarquía minera, no se aborda el desarrollo capitalista de la agricultura ni la nacionalización de las riquezas básicas. Además, la protección estatal aseguraba a la burguesía una ganancia suficiente aún sin esfuerzos en productividad ni innovación. Esto es lo que Moulian caracteriza

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