Relatos sociológicos y sociedad. Claudio Ramos Zincke

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Relatos sociológicos y sociedad - Claudio Ramos Zincke

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histórico-concreta de la sociedad” (Moulian, 1975b: 28). La mantención o cambio de un orden social no se sostiene solo en el control legal y acuerdos instrumentales, siempre sujetos a contingencias que dificultan su cumplimiento, sino también en el logro de acuerdos ideológico culturales. Junto con el poder político institucional está en juego la hegemonía, en el sentido gramsciano. Lo que ocurre en el período 1970-1973 es una crisis de hegemonía (Moulian, 1975b: 33). Se llega al triunfo de la Unidad Popular por una crisis de la hegemonía de la burguesía. El proyecto de la UP fracasa ante la incapacidad de establecer una hegemonía alternativa; más aún, ante la incapacidad teórica de plantearse con claridad tal objetivo de lograr una hegemonía ideológico-cultural.

      El trabajo analítico para entender el proceso político y las crisis requiere por tanto no solo indagar en los diversos intereses de clase, diagnosticando las situaciones económico-sociales, sino también indagar en las concepciones ético-filosóficas. Eso, por ejemplo, le permite a Moulian ver los méritos de Frei Montalva como actor político en cuanto logra vincular un análisis doctrinario con el análisis de los factores a abordar para el desarrollo, introduciendo para esto en el discurso político temas centrales del ensayismo y de las ciencias sociales de la década de 1950 (Moulian, 1975b: 44). En contrapunto, muestra a la derecha como incapaz hasta el período de la UP para constituir un proyecto societal, apareciendo en cambio como mera defensora de intereses particulares.

      Es, por tanto, necesario el estudio de esta constitución ideológica, de este mundo cultural de las clases (su “historia ideológica”), “sin cuyo conocimiento quedan inexplicadas u opacas sus actividades, intereses y proyectos” (Moulian, 1975b: 62).

      Con esos trabajos Moulian establece algunos de sus planteamientos teóricos y fácticos (socio históricos) fundamentales, que luego serán elementos estructuradores de la narrativa sociológica que desarrollará en conjunto con Manuel Antonio Garretón a lo largo de varias obras dedicadas al estudio del período de la Unidad Popular.

      En 1974, Manuel Antonio Garretón había gestionado fondos para estudiar el período de la Unidad Popular con el Social Science Research Council, proyecto que se realizó entre 1975 y 1977, contando también con fondos de la Fundación Ford. En el proyecto general, “Ideología y procesos sociales en la sociedad chilena 1970-1973”, participaron, junto con Garretón y Moulian, Leopoldo Benavides, Cristián Cox, Eugenia Hola, Eduardo Morales y Diego Portales. El proyecto comienza instalado primero informalmente en la Flacso, pero luego se formaliza siendo contratado Garretón, en 1975, en la planta de este organismo. Este grupo produjo una detallada Cronología, en siete volúmenes, y una bibliografía completa sobre el período, además de documentos de análisis. Es un gran trabajo de recopilación y ordenamiento de material, de suma utilidad para análisis posteriores. La principal síntesis interpretativa está en los textos escritos en conjunto por Garretón y Moulian. Sacan inicialmente “Análisis coyuntural y proceso político”, que presentan al Primer Taller de Coyuntura de Clacso, en Lima, Perú, en enero de 1977, el cual después será publicado en Costa Rica, en 1978. Poco después publican como documento de trabajo “Procesos y bloques políticos en la crisis chilena, 1970-1973”, en abril de 1977. Este texto posteriormente será editado en la Revista Mexicana de Sociología, en 1979. Estos dos textos, con sus ideas ya socializadas en las redes más cercanas, aparecerán más tarde, en 1983, en la forma de libro, La Unidad Popular y el conflicto político en Chile, destinado a alcanzar un público más amplio.

      El primero, “Análisis coyuntural…” (Moulian y Garretón, 1978), contiene un análisis muy detallado de lo ocurrido en el terreno político. Reconstituyen acciones, tácticas, negociaciones, discursos de los principales actores políticos: partidos, gobierno, El Mercurio, FF.AA., etc. e identifican períodos en tal dinámica política marcados por ciertos hechos que generan inflexiones. Es un texto con un gran nivel de detalle historiográfico que, por momentos, puede hacerse cansador.

      En su análisis, los autores destacan que en el núcleo de la lucha política está la confrontación entre un proyecto de democratización no capitalista, traído por la Unidad Popular, el cual es promovido discursivamente como proyecto socialista, y la reacción de los sectores económica, ideológica y políticamente afectados, los cuales gradualmente hegemonizan a los sectores medios, incluyéndolos en el rechazo ideológico a ese proyecto y sus derivaciones. Esto hace que a la larga terminen enrolando en la reacción también a la Democracia Cristiana, que no puede enajenarse de sus sectores sociales de base. El paro de octubre de 1972 es un buen exponente de los resultados de esa inclusión ideológica, con sectores medios movilizados y confrontados a la Unidad Popular (109). La estrategia de la derecha que al inicio del período no consigue el apoyo del centro político para impedir por la vía legal el acceso de Allende al gobierno, no reconociendo el triunfo y pidiendo una segunda vuelta, en 1973 ya habrá logrado ese apoyo para impulsar el derrocamiento.

      En el desenlace final los autores ven tres procesos en operación: (1) polarización política, que viene ya desde el gobierno demócrata cristiano, (2) deslegitimación del sistema político, a lo cual contribuyeron diversas decisiones del gobierno y el accionar del polo radical, y (3) desinstitucionalización política, expresada en movilizaciones que desbordan los cauces legales y en violencia política, que dificulta las soluciones negociadas. Estos tres procesos se refuerzan entre sí hasta llegar a una “totalización de la crisis” (Moulian y Garretón, 1978: 111), la cual es vivida como cataclismo, para unos, o como momento de redención, para otros; para todos como cambio en un modo de vida.

      Junto con las dinámicas políticas que están en el centro de la atención de los autores, al final, como excusándose por no haberle prestado más atención, señalan que “a nivel popular, el período 70-73 significó una explosión de los niveles de participación y, más que eso, de su identidad como sujetos históricos”; ocurre una “masificación de la participación que desborda el carácter elitario de la política tradicional” (Moulian y Garretón, 1978: 112).

      Terminan diciendo que “la sociedad chilena en el período 1970-1973 era mucho más que una sociedad convulsionada. Era también una sociedad en activo y dinámico proceso de autogestación” (Moulian y Garretón, 1978: 113). Pero que finalmente abortó; ese dinamismo contribuyó a la multiplicación de los conflictos y la conducción política no logró conciliarlos y encauzarlos productivamente.

      El documento “Procesos y bloques políticos en la crisis chilena, 1970-1973”, publicado por primera vez en 1977, es el que contiene más análisis y es el que tiene mayor importancia en la elaboración de un relato sobre la sociedad. De hecho, los autores plantean su trabajo en una “perspectiva que intenta recuperar el significado de un proceso para el movimiento popular y repensar su proyecto ideológico-político” (Moulian y Garretón, 1977: 2). Está orientado a una audiencia particular y con un explícito destino de uso sociopolítico.

      El texto comienza trazando algunos lineamientos analíticos más generales y luego analiza la racionalidad de los bloques políticos. En cuanto a los lineamientos generales, Garretón y Moulian dicen que en 1970 se está en presencia de una doble crisis. Por una parte, hay una crisis parcial de desarrollo, de un capitalismo dependiente incapaz de asegurar un crecimiento constante. Por otra parte, hay una crisis del Estado de compromiso, incapaz de asegurar una dirección política estable que resuelva la crisis de desarrollo económico.

      No obstante, no hay una crisis del régimen político democrático, el cual posee legitimidad y estabilidad que se han mantenido desde 1938 hasta 1970. El Estado de compromiso ha mostrado la capacidad de articular, desde arriba, intereses variados, institucionalizando el conflicto. Esta modalidad de gestión del Estado permite, comenzando con el gobierno de Pedro Aguirre Cerda hasta el de Frei Montalva, una compatibilidad general entre un esquema de democratización que involucra participación y movilización creciente con un modelo capitalista de desarrollo económico basado en la industrialización sustitutiva de importaciones.

      Estos

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