Relatos sociológicos y sociedad. Claudio Ramos Zincke

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Relatos sociológicos y sociedad - Claudio Ramos Zincke

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incluye la transformación de la modalidad de desarrollo capitalista, así como del tipo de Estado y, complementariamente, de “las formas culturales e ideológicas que predominaban y que habían conformado un ethos cultural igualitarista y reformador” (Moulian y Vergara, 1979b: 114).

      Esta transformación radical emprendida involucra la necesidad de lograr un consentimiento amplio, primero entre las filas de las propias clases dominantes, y luego en el conjunto de la población. Ello requería una elaboración discursiva que lograra incorporar intereses y una justificación ética. Vale decir el desafío emprendido por la burguesía era un desafío de construcción de hegemonía (Moulian y Vergara, 1979b: 106).

      En otro artículo, “Política económica y proceso de hegemonía”, en un libro editado por Sergio Bitar y publicado en Lima, en marzo de 1980, Chile: liberalismo económico y dictadura política, ambos autores se extienden en ese aspecto de la hegemonía. Se trata, claro, del concepto gramsciano de hegemonía, “usado ampliamente en la actualidad para estudiar los problemas de consentimiento activo o de creación de consenso” (Moulian y Vergara, 1979b: 106), de la “capacidad de ejercer dirección político-intelectual” (Moulian y Vergara, 1980: 112). El proyecto de transformación capitalista que ya en 1977 termina imponiéndose favorecía de modo inmediato a una fracción reducida del empresariado. Un buen conjunto de empresarios enfrentaría turbulencias serias y requerirían problemáticas adaptaciones, con el riesgo de quedar en el camino. La concepción de manejo de la política, del rol del Estado y de desarrollo global que finalmente se impone no correspondía a la que había predominado hasta 1973, no coincidía con la perspectiva nacionalista proteccionista que habían tenido las Fuerzas Armadas. ¿Cómo, entonces, logró prevalecer? En tal dificultosa construcción de hegemonía asume un papel destacado un grupo de economistas, con su trabajo tecnocrático dentro del aparato del Estado, elaborando el conjunto de medidas que darán forma a esta revolucionaria modernización capitalista y, al mismo tiempo, un discurso, un relato, que va adquiriendo creciente fuerza persuasiva, tanto hacia el interior de la burguesía, como hacia las Fuerzas Armadas, las capas medias y otros sectores de la población. El equipo económico de gobierno, en especial, asumiendo la condición de intelectuales orgánicos del bloque dominante, logró movilizar adhesión al proyecto en marcha.

      Moulian y Vergara (1980) revisan diversas “invocaciones ideológicas” presentes en el discurso económico del gobierno a través de las cuales se busca mostrar las medidas en cuanto orientadas al logro del interés general. Se presenta, en ellas, la política económica como la única forma de salir del estancamiento y como vía para superar la dependencia externa. Se la muestra como el camino para crear condiciones que sostengan una democracia estable, combinando libertad económica, es decir, libre funcionamiento del mercado, y libertad política. Se argumenta el carácter técnico y científico de los análisis que sustentan las medidas. Los efectos negativos son presentados como sacrificios generales (Moulian y Vergara, 1980: 113-115).

      Contrariamente al discurso de la Unidad Popular, que apela solo a un sector de la población (“gobierno de los trabajadores”), este discurso del equipo económico se exhibe como universalista y no de clases. Eso tiene potencialidad ideológica. Por otra parte, efectivamente el equipo económico en sus decisiones actuó siguiendo una racionalidad capitalista global y de largo plazo, no siendo instrumentalizados por fracciones particulares de la burguesía (Moulian y Vergara, 1980: 119).

      En términos ideológicos, el discurso que se hace dominante es el del liberalismo económico, de los “monetaristas ortodoxos”. Ante su avance fueron rápidamente perdiendo espacio las apelaciones iniciales de la Junta de Gobierno a concepciones del tradicionalismo católico. Lo mismo ocurrió con la ideología de Seguridad Nacional, muy apreciada por las FF.AA., que fue relevante en los primeros años y empleada para caracterizar a los grupos marxistas como enemigo interior y para proclamar la amenaza del comunismo internacional. Estos contenidos pierden después toda relevancia. El discurso que se impone, dicen Moulian y Vergara (1980: 123-125), tiene un núcleo constituido por cuatro ideas: “(1) la verdadera libertad es la que se realiza en la esfera económica; (2) la libertad económica consiste en el derecho a desplegar iniciativas económicas sin ser coartado por el Estado; (3) la libertad económica de todos es realizada en el mercado, pues allí todos son formalmente iguales, y (4) la libertad política solo puede ser la derivación de la libertad económica”. Esta sería así una ideología global que sirve simultáneamente de justificación de la “economía social de mercado” y de la estrategia política de la “democracia protegida”. El régimen autoritario sirve para eliminar esas fuerzas que limitaban la libertad económica y que procuraban una coerción política en nombre de clases particulares.

      Así como Moulian revisa el relato propio que la izquierda había sostenido por décadas, cuestionándolo, destacando sus derivaciones práctico performativas y proponiendo alternativas para su reconstrucción, en estos textos con Pilar Vergara realiza el estudio del nuevo relato de las clases dominantes con sus enlazamientos operativos. Ambos relatos son herramientas fundamentales en la lucha por la hegemonía. La construcción de los proyectos de la izquierda no puede llevarse a cabo sin atender paralelamente a los cambios que han generado sus rivales estratégicos. Buscando así incorporar en el juego propio las movidas que hacen los otros jugadores, Moulian presta atención en sus investigaciones del período a unos y otros. Posteriormente, continuará con ese doble foco de atención, seguirá con investigaciones sobre la derecha, en la segunda mitad de la década de 1980, y realizará estudios sobre el Partido Comunista.

      Los autores que citan son fundamentalmente nacionales (Alejandro Foxley, Ricardo Ffrench-Davis, Brunner, Augusto Varas, etc.). También entablan alguna discusión con autores latinoamericanas que han estudiado los nuevos regímenes autoritarios en la región, especialmente con O’Donnell y Graciarena (82, 83).

      Paralelamente a estos trabajos, Moulian, como autor único, elabora otro documento, “Fases del desarrollo político chileno entre 1973 y 1978” (1982h), usando el mismo material empírico y la misma lógica de análisis de coyuntura de “Políticas de estabilización…”. En él le presta más atención a eventos y actividades de carácter político: problemas derivados de violación de derechos humanos, el asesinato de Letelier, la acción del movimiento sindical opositor, la relación con la Iglesia, etc. Esto agrega mayor textura a la descripción de lo ocurrido durante el período y, por otra parte, incluye un análisis del período 1964-1973. En términos analítico interpretativos, sin embargo, no aporta nuevos ejes interpretativos a los ya enunciados, aunque contribuye a entender mejor la lógica política de los acontecimientos.

      Desde muy temprano luego del golpe militar Moulian comienza a escribir sobre la redefinición del proyecto de la izquierda. Junto con sus análisis históricos de lo ocurrido y con la crítica al discurso y acción de la izquierda, reflexiona sobre las características que debería tener un “proyecto nacional-popular”, como él lo llama, en el lenguaje de la época. Un texto inicial, de julio de 1977, enuncia los lineamientos básicos de lo que será una propuesta que desarrollará y reiterará en los años siguientes: “Democracia, socialismo y proyecto nacional popular”. Este texto aparece en un libro publicado en el Centro de Investigaciones Socioeconómicas del Centro Bellarmino, y con artículos de Edgardo Boeninger, Patricio Aylwin, Enzo Faletto y otros, con introducción de Claudio Orrego. Dadas las especiales condiciones políticas que se vivían, el libro aparece como “edición privada” y del cual está prohibida su comercialización. Él, además, aparece bajo el nombre de Tomás Mouletto, tal como Faleto bajo el de Enzo Falien, ya que “el nombre del autor, debido a obligaciones contractuales, no puede aparecer en trabajos no aprobados por la institución contratante” (Moulian, 1977a: 17). Precauciones formales de tiempos de máxima represión.

      En este texto, que después también incluye en el libro Democracia y socialismo en Chile, como en varias otras publicaciones en los años siguientes, va elaborando esta argumentación más normativo propositiva de lo que debería ser el proyecto de la izquierda.

      En

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