Relatos sociológicos y sociedad. Claudio Ramos Zincke

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Relatos sociológicos y sociedad - Claudio Ramos Zincke

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es uno de los dirigentes del movimiento estudiantil que habían participado activamente en el camino de reflexión y discusión sobre la universidad; es uno de los articuladores intelectuales. En las elecciones para dirigir la FEUC, en 1966, Brunner encabeza uno de los tres grupos que comparten la orientación de la DCU. En tal condición de precandidato es superado electoralmente por el grupo dirigido por Miguel Ángel Solar, quien luego será elegido presidente de la Federación. De los tres grupos en competencia, el de Solar era el más centrado en la universidad, mientras que el de Brunner vinculaba la situación de la universidad con la atención a la situación social externa, aunque sin supeditar la universidad a la política nacional. El tercer grupo, con vinculación orgánica a la DC que los otros no tenían, estaba orientado completamente hacia la problemática nacional (Cox, 1985: 21-22). Frente a la lentitud de respuesta de la universidad a sus demandas, los dirigentes estudiantiles deciden pasar a la acción y, el 11 de agosto de 1967, se toman la universidad. Brunner será uno de ellos. Allí estarán también Miguel Ángel Solar y Carlos Montes, el actual senador, entre otros.

      Las luchas estudiantiles tenían una larga trayectoria en el país. Ya a comienzos de los años 1920, la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile había librado numerosas batallas en defensa de la autonomía de la universidad y a favor de la reforma de la institución, pero ello no había ocurrido en la Universidad Católica. La toma tuvo un precedente, poco antes, en la huelga y ocupación de la Universidad Católica de Valparaíso, la cual sin embargo no alcanzó las proyecciones de la toma en la universidad de la capital, dada la especial relevancia simbólica de esta institución.

      El proceso, en ella, concita el interés y atención nacional, y genera réplicas en otras universidades, en que se producen tomas en apoyo al movimiento de la UC. Desde la derecha, la crítica es fuerte y toma lugar la ahora ya famosa publicación de El Mercurio atribuyéndole a este movimiento estudiantil ser una mera extensión de la estrategia comunista y de encontrarse infiltrado por elementos marxistas, afirmación que reitera insistentemente. Cuando se le exige al periódico que proporcione pruebas de lo que sostiene, apela a un artículo de una revista de las juventudes comunistas, publicado dos meses antes, en que se sostenían algunos de los planteamientos de cambio defendidos por los estudiantes de la Universidad Católica. No obstante, los planteamientos de estos habían venido siendo expresados desde mucho antes, apareciendo en diversos documentos, y bajo un marco de interpretación y fundamentación sustantivamente diferente. La ostensible falsedad de la prueba y la falacia del argumento llevó al famoso cartel de respuesta de los estudiantes: “chileno: El Mercurio miente”.

      La acción estudiantil en la Universidad Católica, además, consigue un amplio apoyo, que se extiende más allá del ámbito universitario. Los secundarios organizan un paro de apoyo. Reciben el respaldo de la Central Única de Trabajadores (CUT). El Cardenal Silva Henríquez y el Comité Permanente del Episcopado expresan compartir las materias de fondo de las demandas del movimiento. El mayor eco, sin embargo, dice Brunner (1981n: 170), lo encontraron en la Juventud del Partido Demócrata Cristiano, por entonces dirigida por Rodrigo Ambrosio, expresado en términos “principalmente simbólicos y de movilización de opiniones y solidaridades”. Por su parte, el gobierno democratacristiano también mostró una actitud favorable.

      En las semanas siguientes se llevan a cabo múltiples reuniones de estudiantes, profesores disidentes y administrativos, en los claustros y en la Parroquia Pedro de Valdivia. El presidente de la federación, Miguel Ángel Solar, aparecía como un líder carismático y lúcido. Otras federaciones universitarias del país demostraban su apoyo. Toman lugar diversas conversaciones buscando salidas frente a la toma. Brunner mismo viaja al Vaticano, en representación de los estudiantes, a plantear la posición del movimiento, sus propósitos y el alcance de sus demandas, frente a la Sagrada Congregación para la Educación Católica y “traer la bendición para el cambio”67.

      Después de semanas de intensas negociaciones, en diciembre de ese año 1967, viene la renuncia del rector Alfredo Silva Santiago y la designación de Fernando Castillo Velasco como nuevo rector, elegido por estudiantes y académicos, ratificado por la Santa Sede, y del Cardenal Silva Henríquez como nuevo Gran Canciller de la universidad.

      Brunner concluye su texto en que analiza este proceso diciendo que “se iniciaba un nuevo período en la vida de la UC. Habían llegado los ‘nuevos hombres’. Estaba por verse si surgiría, también, la ‘nueva Universidad’” (Brunner, 1981n: 198).

      De hecho, Brunner es uno de esos “nuevos hombres” encargados de llevar la Universidad Católica por el nuevo rumbo. Brunner cuenta con la confianza tanto del movimiento estudiantil como de Fernando Castillo y, por las habilidades demostradas, es designado en un cargo de la estructura de la nueva universidad: Director de Estudios de la rectoría68. En ese cargo, su labor será asesorar en el proceso de implementación de la reforma, colaborando en el diseño y la gestión, desde el centro mismo de poder de la universidad. Así, de ser uno de los elaboradores del discurso crítico del movimiento estudiantil, pasa a formar parte de la administración de la institución, del grupo que gestiona el cambio de la universidad criticada.

      El cambio proyectado era convertir una universidad conservadora, aislada, defensora de un pensamiento tradicional, en una universidad moderna, que genera conocimiento, que le otorga protagonismo a la investigación y en especial a las ciencias sociales. Una universidad reflexiva, abierta a la sociedad; una universidad flexible, diseñada para pensar la sociedad. Una universidad con una estructura que permite la participación de su comunidad.

      En esta gran tarea, Brunner, desde 1968 hasta marzo de 1971, con el cargo de Director de Estudios, realiza un intenso trabajo tras bambalinas, asesorando directamente al rector, manteniendo contacto con académicos y dirigentes estudiantiles, colaborando en la elaboración de discursos importantes. Su red de conocidos y de interlocutores, que ya antes era amplia, ahora se extiende aún más. Una figura muy importante en el período inicial es la de Ernani Fiori, a quien el rector designa como nuevo Vicerrector Académico. Diversos actores del proceso coinciden en recalcar el aporte sustantivo que Fiori hizo a la reforma. Ernani Fiori (1914-1985), según señala Brunner en una entrevista (Beca, Richards y Bianchetti, 2013: 1026), “tenía cierto prestigio, un cierto aura, entre los estudiantes vinculados a la FEUC e interesados en los asuntos académicos y la reforma universitaria. Se sabía que había llegado a Chile como parte del exilio de notables brasileros que en ese tiempo arribaron a nuestro país, que era amigo de Paulo Freire y que enseñaba una filosofía crítico-radical, en la que convergían nociones de cultura popular, liberación con base en el pensamiento marxista y católico, énfasis en la autoconciencia revolucionaria de los pueblos y procesos de aprendizaje y educación emancipadores en la línea en que también trabajaba Paulo Freire”. Ernani había sido expulsado por la dictadura en Brasil y en 1966 se integra al Instituto de Educación Rural, donde ya estaba Freire, el autor del enfoque de la pedagogía de la liberación, también exiliado. Este instituto era un organismo ligado a la Iglesia Católica, comprometido activamente con el proceso de reforma agraria.

      Concuerdan el rector Fernando Castillo y Brunner en que “se deben a Fiori los fundamentos de una importante reforma académica que consideró la creación de institutos disciplinarios y centros interdisciplinarios dando fuerte impulso a la investigación, más allá de la docencia, realizada en las facultades y escuelas. Asimismo, Fiori promovió la flexibilidad curricular que daría a los estudiantes oportunidades de una formación académica más acorde con sus intereses diversos” (Beca, Richards y Bianchetti, 2013: 1028). Brunner agrega: “su participación como Vicerrector Académico fue crucial para el ‘pensar’ de la reforma. Él delineó los conceptos, nos enseñó a reflexionar sobre el vínculo entre la academia y la sociedad, entre los claustros elitistas y las dinámicas populares […]”. Finalmente, en términos de organización, promovió cambios que tendrían importancia decisiva en la investigación social: “impulsó –dice Brunner– la departamentalización de la universidad que vino a sustituir la vieja estructura de las

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