Mejor que decir es hacer, mejor que prometer es realizar. Horacio Gaggero

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esa, la razón de que el excelentísimo señor presidente no haya creído acertado traer una ley articulada de reorganización de los ministerios, dentro de los ocho constitucionalmente admisibles, y de que haya preferido, para el bien de la Nación, pedir una autorización al Poder Legislativo para reorganizar directamente el funcionamiento de los ministerios, sin la traba que representa la ley 3.727, orgánica de los mismos y con la experiencia que se vaya adquiriendo, presentar un proyecto de ley que disminuya, en lo posible, los inconvenientes que ofrece la Constitución en el aspecto administrativo de que se trata.[43]

      Decía en el Congreso en 1948:

      Orientamos la economía abriendo cauces que permitieran lograr de ella la máxima eficiencia, utilizándola no solamente como un fin, sino también como un medio; el mejor de los medios para la consecución de un fin superior: el bienestar general, propósito eminentemente constitucional, fiel y lealmente interpretado y cumplido por mi gobierno.

      La solución de los problemas económicos sociales debía hacerse con criterio racionalista, esto es, organizar al Estado. Planificar sería el resultado de estructurar las distintas actividades de las que dependía el porvenir de la Nación y encaminar la acción estatal hacia la distribución equitativamente racional y justa de la riqueza, conforme a un gigantesco ordenamiento económico-social.

      Pero para que el Estado estuviera capacitado para desempeñar el papel que se le asignaba en el proyecto peronista, además de asegurar la capacidad técnica y administrativa de las distintas reparticiones, la ST identificaba otra dificultad: la ausencia de funcionarios competentes para llevar a cabo los programas de gobierno. Por lo tanto se realizaron intentos de fortalecer los recursos humanos disponibles, intentos que chocaron con intereses político-ideológicos.

      Su programa consistió en mejorar la competencia de sus agentes a través de la creación de escuelas de funcionarios con ingreso a los cargos a través de concursos. Para ello diseñó la creación de una Escuela Superior de Administración destinada a la formación de los cargos jerárquicos de la administración pública, e internalizar los nuevos valores administrativos.

      El Primer Plan Quinquenal presentaba al Congreso de la Nación un proyecto de ley que establecía:

      Es necesario que todos los Departamentos del Estado estén convencidos de la necesidad de modificar y agilizar nuestro sistema administrativo, anquilosado y entorpecido por el sentido casi sagrado de la palabra “expediente”. Si el concepto “tener el expediente al día” –mediante cómodos giros y pases– lo sustituye el concepto “resolución del asunto”, con pleno conocimiento de lo que ello significa, mucho habrá ganado nuestra Administración […] Contribuye a ello el ingreso a la función pública sin base técnica; muchas veces sin vocación, pobre cultura general, y en cualquier categoría. La falta de preparación se convierte en el ejercicio del cargo en exceso de frondosidad y carencia de espíritu de concreción. Sin embargo, debe reconocerse que todas las reparticiones poseen un número mayor o menor de funcionarios modelo.

      Deben prepararse los Departamentos para crear escuelas de funcionarios y exigir seria formación para el ingreso a la función pública que ha de perder el concepto de “acomodo” para convertirse en contrato con el Estado con mutuos derechos y obligaciones.

      Han de prepararse los sistemas de selección de los funcionarios para ingresar en cualquier rama de la Administración asegurándoseles inamovilidad, ascensos periódicos, facilidad para que los más inteligentes y estudiosos puedan tomar parte en concursos para plazas de mayor categoría dentro del Cuerpo a que pertenecen y realizar así por sus propios medios mejor carrera prestigiando y dignificando la función ante el país y ante la propia conciencia del funcionario.

      Se recomendaba estudiar la composición de cada repartición para simplificar los organismos, refundiendo todas aquellas oficinas que pudieran ejercer funciones superpuestas. Agilizar los procedimientos internos con miras a resolver rápidamente las peticiones qué se le plantearan abreviando trámites, ya que éstos deberían realizar los caminos más breves y eficientes. También se pretendía limitar el número de funcionarlos basándose en la función de cada Repartición y la racionalización del trabajo.

      Se planteaba también crear cursos de cultura administrativa y conocimientos específicos a cargo de funcionarios de reconocida competencia, asignando premios a los mejores trabajos presentados y estimulando la mayor dedicación y la responsabilidad. Planificar la composición de los cuerpos generales de la Administración mediante el estudio de las condiciones que debían exigirse para el ingreso; programas de materias, títulos o conocimientos prácticos y composición y forma de actuar de los Tribunales Clasificadores.

      También se propusieron mecanismos y herramientas para sistematizar las tareas. La Secretaría confeccionó un Ayudamemoria referente a la orientación política del gobierno que reflejaba la imagen que quería trasmitir a sus agentes. Según Berrotarán, este ayuda memoria informaba, con lenguaje sencillo, sobre la organización del Estado, la conformación de las estructuras ministeriales y sus relaciones mutuas. También se intentó establecer procedimientos uniformes a través de instrucciones

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