¡Ey, las ideologías existen!. Mario Riorda

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enunciados analizados, sino que por el contrario ha sido aplicada a partir de una lectura coherente.

      Se describen a continuación los subcomponentes del componente de políticas:

Tabla2

      2.1. Asunto o materia ideológica

      

      2.1.1. Visión programática: propuesta de acción. Las propuestas son “sistemas de ideas conectados con la acción”. Comprenden un programa y una estrategia para su actuación”, dirigidas a cambiar o a defender el orden político existente, se sostiene.

      Si se revisa el Webster’s Third New International Dictionary, se define ideología como el conjunto integrado de teorías, reivindicaciones y propuestas que constituyen un programa sociopolítico. Se obtiene un concepto instrumental de la ideología, como una práctica y guía de la acción. Para Giovanni Sartori (1969), las ideologías políticas son sistemas de ideas que están orientadas a la acción. Una ideología implica una interpretación global del mundo y también ofrece previsiones de futuro y propuestas de solución de problemas, de tal modo que la ideología política sirve para comprender y estructurar la información procedente del exterior y para ofrecer propuestas prácticas vinculadas con la toma de decisiones, dirá el pensador italiano.

      2.1.2. Valencia o motivación diferencial. La valencia, valor o prioridad del asunto, implica posicionarse o lograr reputación sobre un tema, enfatizando las competencias sobre el mismo asunto o área con el objetivo de priorizarlo. Es diferente del posicionamiento sobre asuntos (position issues), derivado de la teoría espacial del electorado en donde cada líder o partido toma posición sobre un asunto generando división en el electorado, o de la postura sobre políticas (policy stance). La valencia habla sobre fines deseables que muchos partidos suelen reivindicar como propios y que no encajan fácilmente en la distinción derecha o izquierda. Un ejemplo de ello pueden ser los asuntos relacionados a corrupción, reducción de la pobreza, estabilidad política, entre otros (Zechmeister, 2006: 154).

      Se trata de un posicionamiento sobre un asunto de gran aceptación pública, que es en sí mismo un fin u objetivo destacado, pero desde una perspectiva respecto al cómo debería ser tratado y destacando su preponderancia (Zechmeister, 2006: 154). De ese modo, el candidato –o su campaña– se distinguen o reconocen por esa valencia. Estos asuntos, como tales, carecen de pros y contras por cuanto la aceptación es prácticamente un acuerdo previo y son posturas. Suelen tener un efecto relativa banalización, por la laxitud de lo expresado en términos de contenidos, con definiciones absolutamente abstractas que no tienen un correlato exacto en políticas públicas, lo que ya tornaría ello en una postura política (policy stance) o una política pública concreta (public policy).

      Por esta razón, en la matriz se ha decidido incorporar la valencia como un subcomponente de las políticas, dejando de lado para fines operativos la dimensión del posicionamiento relacional. Para su reconocimiento sí se tuvo en cuenta la forma en que se presenta una valencia, como componente único y diferente; sin embargo, se lee junto con los demás subcomponentes de políticas, a partir de un asunto sobre el que toma posición el candidato.

      Hay que tener en cuenta que, en términos del electorado, la valencia no divide el propio asunto sobre el que se posiciona, sino que le aplica valor –aunque si puede dividir al electorado tras esta acción si hay posturas o políticas concretas– al priorizarlo, otorgarle preferencia y enfocarlo respecto de qué manera entrarle al propio asunto o fin en cuestión.[6]

      Esa es la valencia, valor, o priorización sobre un asunto: otorga un elemento de diferenciación a quien lo explota, genera un reconocimiento o valía diferencial que se transforma en una asociación o intento de apropiación desde el partido o candidato, además de destacar su preeminencia temática en una campaña sobre un tema de alta repercusión y aceptación previa.

      2.2. La ubicación

      Esta variable contempla la ubicación del componente de políticas dentro del espectro de izquierda a derecha. Se suele decir que una ideología se aproxima más a la izquierda si, aun sabiendo que hay hombres iguales y desiguales, la toma de decisión se aproxima mucho más a pensar en derechos y deberes que los hagan más iguales que desiguales. Es decir que su foco de acción es la remoción de obstáculos que hacen a los hombres desiguales. Aun sosteniendo que hay muchas izquierdas, la idea emancipatoria las distingue a una derecha.

      Por el contrario, un partido ideológicamente más de derecha confiesa que las igualdades no pueden eliminarse, vale decir, hay inevitable diversidad, y que la tradición, el apego a la historia, es una base legitimante (Bobbio, 2001).[7] Pero salvo extremos, ni la izquierda plantea absurdamente que los hombres son –o deban ser– iguales en todo, ni la derecha propugna por más y más desigualdad. En todo caso esta última, plantea que muchas veces la compensación o la subsidiariedad son caminos para sostener una diferencia ya dada sin que se rompa un orden establecido.

      En la concepción de Bobbio (2011), esos términos son claramente antitéticos, contrastantes y sobre las que está dividido el pensamiento político y la acción política. Cuando se afirma esto, se dice que son excluyentes y exhaustivos, por lo que ninguna doctrina ideológica puede ser al mismo tiempo de izquierdas y de derechas.

      Cuando se habla de desigualdades (sociales o naturales) hay que comprender que ni la izquierda pueda y quiera eliminarlas todas –algunas veces sólo se pueden atenuarlas, corregirlas o a lo sumo no fomentarlas–, ni la derecha quiera conservarlas a todas aun reforzando ciertas diferencias (Bobbio, 2001: 141, 147). En una predomina una visión horizontal o igualitaria de la sociedad, y en la otra una visión vertical y no igualitaria.

      En estos extremos de derecha e izquierda, la igualdad es el elemento diferenciador, pero se puede conjugar que la diferencia entre una expresión moderada de una extremista es la conjugación con la igualdad. Así, en la extrema izquierda están los movimientos tanto igualitarios como autoritarios; en el centro izquierda, movimientos a la vez igualitarios y libertarios; en el centro derecha, movimientos libertarios pero no igualitarios; y finalmente en la extrema derecha, doctrinas y movimientos antiliberales y antiigualitarios (Bobbio, 2001: 160).

      También, en la distinción entre derecha e izquierda se suele plantear un centro, un tercero incluido que precisamente está en el medio pero que en sus matices no reduce las diferencias entre aquéllas (Bobbio, 2001: 54). En algunos sistemas políticos, este centro incluido llega a ser tan grande que ocupa la parte más exorbitante del sistema, relegando a los márgenes a la izquierda y la derecha, no afectando en absoluto a la antítesis propuesta. Así, permite distinguir entre un centro más cercano a la izquierda (centro izquierda) o más cercano a la derecha (centro derecha), según sea el nivel de moderación o radicalización. Ello presupone que siempre puede quedar un centro indiviso, llamado “centro centro” (ídem: 55).

      Pero distinto del centro incluido, está el centro incluyente. Si el centro incluido busca un espacio entre dos opuestos y contradictorios, el tercer incluyente se erige como una síntesis superior que los trasciende, que anula las diferencias entre izquierda y derecha mediante una tercera solución. En la visión contemporánea, este modo se presenta en las terceras vías, no como tercero entre, sino como tercero más allá. El tercero incluido intenta expulsar las diferencias con matices, el tercero incluyente se nutre de ellas. Sin embargo, estos esquemas, como respuestas a crisis de los modos más puros, suelen transformarse en intenciones como modo de salvar lo que queda de una posición original, atrayendo a ésta, y por tanto neutralizando, la posición contraria (Bobbio, 2001: 56-58).

      Otro motivo que suele esgrimirse es que hay nuevos hechos, nuevos problemas políticos

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