La cuestión del sujeto político decolonial en el Ecuador de la Revolución Ciudadana. Giacomo Finzi

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La cuestión del sujeto político decolonial en el Ecuador de la Revolución Ciudadana - Giacomo Finzi

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para la organización en la fecha establecida, a comienzos de junio de 1990, cuando una resolución de la Conaie lo suspendió a una semana del levantamiento, para permitir las celebraciones indígenas del inti raymi. Es decir que, a pocos días de la fecha establecida, el trabajo organizativo y de convergencia de las diferentes fuerzas sociales, que se había desarrollado durante casi dos años, corría el riesgo de fracasar por una orden de la organización indígena. Sin embargo, pese a esta resolución, los preparativos avanzaron y el 28 de mayo se registró la toma de la iglesia de Santo Domingo, en Quito; una acción de carácter simbólico en contra del colonialismo y de la colonialidad del poder en el Ecuador contemporáneo. En este primer momento –los primeros seis días del levantamiento, del 29 de mayo al 3 de junio– la Conaie no se hizo presente. Aunque una minoría de sus dirigentes estaba en la toma de la iglesia, en aquellos días fue un actor minoritario; todo por la celebración del inti raymi.

      La intención no era la de excluir la participación de la Conaie, ya que el levantamiento había sido concertado entre diferentes fuerzas sociales durante un periodo largo; al contrario, desde la toma de la iglesia, el propósito era preparar el terreno para que la Conaie pudiese sumarse al levantamiento en curso. En efecto, su aparición, a partir del 4 de junio, representó un momento decisivo, tanto en términos cuantitativos –la Conaie en ese entonces ya disponía de una capacidad movilizadora que las demás fuerzas sociales no tenían– como en términos organizativos. Además, su presencia alimentó el contenido simbólico de la toma de la iglesia de Santo Domingo, figurando como el momento del salto cualitativo de la Conaie dentro de la organización social del Ecuador.

      Entre el 4 y el 6 de junio los pueblos indígenas bajaron por miles de las montañas de los Andes y subieron de las selvas para cerrar las carreteras de la sierra y de la costa; los mercados fueron desabastecidos en las urbes. Los mestizos se daban cuenta, por fin, que quienes los alimentaban eran los rostros empobrecidos de los páramos, quienes tenían apenas un 10 % del territorio productivo y abastecían a casi la totalidad del mercado local. Hubo solidaridad entre los trabajadores, los desempleados, los estudiantes y los sectores medios que llegaron hasta la Iglesia con alimentos y pancartas en señal de respaldo. Incluso en la ciudad de Guayaquil las organizaciones de derechos humanos fueron hasta la Iglesia de San Francisco para manifestar su adhesión al movimiento. La toma de las iglesias, como dispositivos que inauguraban la revuelta, fue también producto de una nueva concepción teológica de los curas tercermundistas que respaldaban los reclamos de las comunidades. (Rodríguez Caguana, 2015)

      Otro importante elemento de ruptura del levantamiento del inti raymi fue el viraje desde un conflicto social campesino y una conflictividad agraria relacionada con la tenencia de la tierra, a una reivindicación ya propiamente indígena, étnica y de reconocimiento: una lucha en contra del racismo y la discriminación, una herencia de la sociedad colonial encarnada en el Estado ecuatoriano y en sus instituciones. Ese fue un importante punto de inflexión, no solamente en la consolidación del movimiento indígena, sino en el interior de todos los movimientos sociales ecuatorianos. Por eso, la participación de la Conaie en el levantamiento de 1990 representó un viraje significativo, destinado a marcar el camino de todas las luchas sociales de las últimas décadas.

      Finalmente, cabe señalar que el levantamiento logró paralizar al país, tanto en las principales ciudades como en los centros urbanos menores, como Latacunga y en las comunidades indígenas y los centros rurales, ocupando terrenos y bloqueando carreteras principales y secundarias. Es importante señalar que, en los sucesos del 90, el centro era el levantamiento indígena; pero hubo una fuerte acción de solidaridad urbana desde los barrios, donde se construyó lo que se llamó la Coordinadora Popular, germen de lo que ha sido después la CMS. La organización del levantamiento era principalmente indígena, pero hubo cobertura desde el movimiento urbano (Napoleón Saltos, entrevista con el autor, 19 de julio de 2017).

      La estrategia insurreccional de masas, inaugurada en el inti raymi de 1990, se reprodujo en diversas ocasiones por toda la década de los 90. Hubo levantamientos en 1992, 1994, 1997 y 1999. Como sostiene Catherine Walsh, los levantamientos, la experiencia de las rebeliones de movimientos, no fueron solo políticos: “también fueron conceptuales, epistémicos y basados en la existencia” (Walsh, 2015, p. 5).

      En el movimiento indígena, una vez consolidado el proceso organizativo y afianzada su base social, se combinó la estrategia del levantamiento y la movilización social con la participación institucional y electoral institucionalizada: una verdadera estrategia dual18 que, por un lado, mantenía un pie en las calles y, por el otro, le apostaba a presentarse como alternativa política en el ámbito institucional.

      Luís Macas, uno de los fundadores de la Conaie, destaca que el movimiento indígena siempre ha tenido diferentes corrientes y que, por ejemplo, respecto de la posibilidad de crear un partido político, a comienzos de la década de los 90 no había consenso generalizado dentro de la organización:

      a comienzos años de los 90, se empieza a discutir y debatiendo la posibilidad de construir un espacio político propio del movimiento indígena. Esto viene, yo creo de algunos sectores del movimiento indígena, al comienzo, no es una decisión unánime. Siempre hubo posiciones distintas. Yo era una de las personas que estaban al lado contrario a la idea de generar un movimiento político o un partido, desde el movimiento indígena. Porque yo decía, bueno, había que madurar primero como movimiento indígena, como organización, como representación organizativa orgánica, representativa del movimiento indígena. (Luís Macas, entrevista con el autor, 5 de julio de 2017)

      Sin embargo, dentro del movimiento triunfó la otra tesis y, en este orden de ideas, en 1996 nació el Movimiento de Unidad Plurinacional Pachakutik-Nuevo País en el Ecuador, que inicialmente constituyó el brazo político y electoral de la Conaie y de la CMS.

      Es importante destacar que Pachakutik no era una fuerza exclusivamente indígena e indigenista; pues, obviamente, la Conaie era el movimiento con mayor capacidad de convocatoria en las calles y, al mismo tiempo, era la fuerza que más encarnaba el espíritu decolonial y anticapitalista en el Ecuador de aquel entonces. Sin embargo, desde sus orígenes, confluyeron otros importantes sectores sociales, no exclusivamente indígenas, lo cual profundiza su carácter político, ampliando su espectro y su posible base social. Es el caso de la CMS y la Confederación Única Nacional de Afiliados al Seguro Social Campesino, Coordinadora Nacional Campesina (CONFEUNASS-CNC), que tenían otra trayectoria política y otro pasado organizativo.

      Estos otros importantes movimientos sociales del Ecuador, más vinculados a una trayectoria de izquierda, no cuestionaban la fuerza del movimiento indígena, tanto en su fuerza numérica y organizativa en las movilizaciones, como en la fuerza de su mensaje político. Por esa razón, se podría decir que las demás fuerzas políticas aceptaron el liderazgo de la Conaie en la nueva organización política, reconociendo su primacía. En efecto, por la misma estructura que dio lugar a Pachakutik, el presidente de la Conaie era el presidente de Pachakutik, mientras que el presidente de la CMS era el número dos de Pachakutik. Desde la Conaie, la idea de conformar un espacio político con más organizaciones sociales tenía como premisa importante que el nuevo movimiento político nacía con la finalidad de ampliar la lucha de los pueblos indígenas, con la finalidad de tender puentes hacia otros sectores sociales existentes (Luís Macas, entrevista con el autor, 5 de julio de 2017).

      Los esfuerzos, tanto desde la Conaie como desde la CMS, se dirigían hacia el mantenimiento de una organización política basada y enfocada principalmente en la comunidad. Había un rechazo por la política tradicional del partido político clásico. La estrategia dual antes mencionada trató de articularse como movimiento social y como movimiento político. En el nuevo movimiento político entraron el tema del Estado plurinacional y los demás temas étnicos del reconocimiento y de los derechos, emanación de la Conaie y de los movimientos indígenas.

      La estructura político-electoral de Pachakutik no se constituía como un partido

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