Des/venturas de la frontera. Menara Guizardi

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Des/venturas de la frontera - Menara Guizardi

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había impactado desde el primer año de ejecución de la investigación. La etnografía y las entrevistas con las mujeres en Arica nos dieron señales claras de la excepcionalidad y gravedad de la situación femenina peruana en la ciudad; y esto nos hizo dirigir los dos años finales del proyecto hacia una profundización etnográfica del estudio de caso en la frontera chileno-peruana. El presente libro es el resultado de este esfuerzo.

      Con todo, antes de invitarles a conocer el escenario de la migración femenina peruana en Arica –tarea que desarrollaremos del Capítulo IV en adelante–, es necesario situar, conforme prometimos en la introducción, algunos debates teóricos que nos han servido como puntos de partida desde los cuales diseñamos nuestra mirada etnográfica. El capítulo que sigue se dedica justamente a estas discusiones.

      1 Los debates del presente capítulo fueron publicados, en versiones previas, en Guizardi, Nazal et al. (2017) y Guizardi (2016b).

      2 Haciendo eco a otras de las reflexiones de Becker (1999), la omisión narrativa de los procesos metodológicos conlleva a una enajenación curiosa que, en muchos casos, genera una imagen de la investigación en la que se omiten los errores, equivocaciones y el papel de las casualidades en la consecución de hallazgos importantes. En general, esta omisión provoca también una imagen de los investigadores como profesionales capaces de controlar todo su experimento y toda su experiencia, lo que retira de la investigación su carácter más humano, más situacional y, por lo mismo, más histórico (Guizardi, 2017: 55). Nuestra insistencia por explicitar la construcción metodológica –a contracorriente de lo que normalmente desean los editores– no deviene de un capricho ingenuo: es parte de nuestra perspectiva antropológica crítica y del esfuerzo por historizar la investigación, narrándola vinculada a su propia procesualidad.

      3 El estudio en cuestión fue dirigido por Alejandro Garcés (Universidad Católica del Norte, Chile) entre 2011 y 2014 con financiamiento de la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica de Chile (Conicyt) a través del Proyecto Fondecyt 11110246, “Etnicidad y procesos translocales en espacios de frontera: migraciones internacionales en el norte de Chile”.

      4 Cabe mencionar que Chile ha contado con un mayor porcentaje de migrantes internacionales en otros momentos históricos. Por ejemplo, 1907 año en que el país presentó un 4,2 % de migrantes sobre el total de sus habitantes (Martínez, 2005; Gavilán y Tapia, 2006; Guizardi, 2016a).

      5 Sobre esto, véase Grimson y Guizardi (2015).

      6 Esta tendencia se expresa, más usualmente, a través de tres variables: 1) ignorar o menospreciar la importancia del nacionalismo en las sociedades modernas, 2) naturalizar o dar por sentado las fronteras del Estado, y 3) confinar el estudio de los procesos sociales a las fronteras político-geográficas de un Estado particular (Levitt y Glick-Schiller, 2004: 65).

      7 El tipo “ideal” o “puro” constituía, para Weber (2006), un instrumento analítico a partir del cual establecer regularidades medibles y comparables en los procesos históricos o en las relaciones sociales. Según el autor, se trata de un recurso metodológico analítico sin paragón en la realidad. La producción de este recurso debiera darse o bien a través de la condensación de características diversas y difusas de un actor o fenómeno social en un solo elemento; o bien a través de la exacerbación de un aspecto específico de estos actores o fenómenos.

      8 De hecho, en los territorios más septentrionales del país, en las regiones de Tarapacá, Arica y Parinacota y Antofagasta, los migrantes llegaban a constituir en 2015, respectivamente, 7,4 %, 5,8 % y 4,6 % del total poblacional, los porcentajes más altos de todo el país (Rojas-Pedemonte y Silva-Dittborn, 2016: 12-13).

      9 Los dos únicos trabajos producidos por antropólogos del norte chileno que abordaban estos temas eran una memoria de grado de antropología (Barrios Atencio, 2010) y un artículo basado mayormente en datos censales (Gavilán y Tapia, 2006). Estudios de caso cualitativos y cuantitativos fueron desarrollados primero por investigadores del lado peruano de la frontera. Sobre lo anterior, véase el excelente estudio de Berganza y Cerna (2011).

      10 Estos temas solamente pasarían a componer la agenda de los antropólogos más experimentados del norte de Chile a partir de 2014 –como, por ejemplo, en Gavilán (2016) y Gundermann et al. (2014)–. Es posible afirmar que esta nueva agenda estuviera, por lo menos en parte, influenciada por la llegada de una nueva generación de antropólogos que, formada afuera de Chile, traía una mirada más atenta a los problemas vinculados a las fronteras y migraciones transfronterizas.

      11 Véase también: Gupta y Ferguson (1992: 6) y Gupta y Ferguson (1997: 8).

      12 La comparación analítica entre ciudades también se complejiza a partir de las distintas relaciones económicas y políticas entre ellas, considerando, en particular, la jerarquía de Santiago por sobre el resto de las localidades. El análisis debe considerar esta relación de subordinación entre ciudades como parte de los elementos sociales y culturales que afectan en el fenómeno migratorio.

      13 Chile está compuesto por quince regiones que corresponden a unidades administrativas internas de la república y que cuentan con un sistema de administración más o menos autónomo (cuyos cargos ejecutivos son designados por el presidente nacional, y no por voto), aunque trabajando en coordinación con los ministerios y órganos del gobierno nacional. Las regiones tienen una ciudad capital donde se concentran las infraestructuras locales administrativas, legislativas, judiciales y ejecutivas del Estado. Además, están subdivididas en provincias y comunas, cada una de las cuales cuenta también con una estructura propia de administración local.

      14 En el marco de los instrumentos de financiamiento de la investigación en Chile, la única posibilidad fiable para nuestra postulación eran los proyectos “Fondecyt de Iniciación”, convocados por la Comisión de Investigaciones Científicas y Tecnológicas de Chile (Conicyt). Para el año 2012, cuando postulamos, solo se aceptaban propuestas de hasta tres años de duración. Así, más allá de las razones estrictamente científicas, los recortes de investigación atienden a aspectos muchísimo más llanos de lo que por lo general nos gusta a los investigadores reconocer (Becker, 1998).

      15 Véase Guizardi (2017).

      16 Esto conlleva que el tratamiento teórico de la etnografía debe desarrollarse a partir del terreno, usándose reflexiones previas como puntos de partida a ser cuestionados por el proceso etnográfico. En el presente libro, pese a que hayamos partido de un debate teórico que explicitaremos en el Capítulo II, nos devolveremos a la formulación de la teoría a lo largo de todo el texto.

      17 En consecuencia,

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