Des/venturas de la frontera. Menara Guizardi

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Des/venturas de la frontera - Menara Guizardi

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Estas situaciones enseñan cómo los sujetos son constreñidos a adherirse a posturas, identidades y valores, pero movidos por el interés de solucionar sus propias necesidades y deseos (Evens, 2006: 53). Dicha perspectiva nos permite, entonces, establecer una mirada atenta a la relación contradictoria entre agencia y estructura, conformando así uno de los ejes fundamentales de nuestro enfoque etnográfico (al cual definiremos, ya con más embasamiento empírico, en las consideraciones finales del libro). Coincidimos, así, con la perspectiva de Cardoso de Oliveira (2007: 53-56) de que las situaciones sociales engendran formas fricción relacional (contradictorias y dialécticas) entre grupos y personas. Por lo mismo, permiten acceder a la identidad en su faceta más procesual.

      18 Esta reconstrucción contextual debe ser tanto un punto de partida (Burawoy, 2009: 72) como un punto de llegada del estudio (Mitchell, 2006: 39). El ECM se inicia con esta reconstrucción interdisciplinaria del contexto, luego camina hacia la experiencia etnográfica del caso y, en un tercer momento, contrasta los resultados de estos dos ejercicios, produciendo una “extensión” analítica del dato etnográfico y permitiendo la elaboración de algunas generalizaciones explicativas (Mitchell, 2006: 37). Esta máxima metodológica ha otorgado el hilo conductor del presente libro: los capítulos ilustran este proceso y están temáticamente ordenados de acuerdo a él.

      19 Estas ansiedades serían de tres tipos: 1) la de testear los límites metodológicos de la etnografía; 2) la de disminuir la asimetría de poder que la figura del antropólogo construye en terreno; y 3) la de operar una deconstrucción progresiva de la idea de subalternidad del sujeto de estudio (Marcus 1995: 99).

      20 Las restantes estrategias propuestas por la etnografía multisituada son: seguir los objetos, seguir la metáfora, seguir la trama, historia o alegoría y, finalmente, el desarrollo de una etnografía estratégicamente situada (Marcus, 1995: 106-112).

      21 Dadas las dimensiones de la propuesta, el equipo estuvo conformado por un total de dieciséis investigadores. La coordinación de un equipo así engendra sus complejidades, muchas de las cuales vinculadas a las propias trayectorias profesionales de los investigadores. Debido justamente a estas trayectorias y sus imperativos, algunos de los colaboradores han podido ir formando parte solamente de momentos específicos del proceso. Estamos agradecidos de todos estos colegas con quienes compartimos varias experiencias en terreno y varias publicaciones. Entre ellos hacemos especial mención a Arlene Muñoz, Grecia Dávila, Orlando Heredia, Tomás Greene, Katherine Navarro y Maximiliano Farris, cuyas labores fueron centrales para el desarrollo del proyecto y del presente libro.

      22 Agradecemos a la Comisión Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas de Chile que financió esta propuesta a través del proyecto Fondecyt 11121177: “Conflictos de género, inserción laboral e itinerarios migratorios de las mujeres peruanas en Chile: un análisis comparado entre las regiones de Arica-Parinacota, Tarapacá y Valparaíso”.

      23 Específicamente en Arica (ciudad cuyo material cualitativo será retomado detenidamente a lo largo de este libro), realizamos ochenta y siete entrevistas en profundidad. De estas, treinta y dos son historias de vida a mujeres peruanas. Las otras cincuenta y cinco constituyen entrevistas semiestructuradas a hombres migrantes peruanos (diez); a mujeres bolivianas que compartían con las peruanas residencia en campamentos (seis); a líderes comunitarios de los barrios de concentración migrante (tres); a personal de las ONG y funcionarios de los centros de salud y educacionales que atienden a migrantes (veintiuna); y a mujeres peruanas en la cárcel de Acha (quince). Registramos, además, alrededor de 250 fotografías etnográficas y recopilamos relatos de terreno para todo el período en campo.

      24 La encuesta tensionaba y complementaba los resultados cualitativos del primer año. Contenía 106 preguntas divididas entre doce ámbitos de indagación: 1) información sociodemográfica; 2) desplazamientos e itinerarios migrantes; 3) educación y acceso a la educación formal; 4) ocupación laboral; 5) situación conyugal; 6) situación residencial; 7) situación documental; 8) maternidad, hijos y familia; 9) remesas a origen; 10) relaciones de género; 11) experiencias de violencia y 12) razones para migrar.

      25 Estos patrones han convergido en la configuración de una “realidad discursiva” (Vich, 2010) que reproduce la ideología (evolucionista y racista) de que la sierra sur cobija a grupos sociales con “una cultura inferior”, caracterizada por la “barbarie” y por la ausencia de “conocimientos valorables”. De lo anterior, resulta también la noción de que esta región constituye un área “desconocida”, “incontrolable” y “violenta” (Vich, 2010; Tamagno, 2003; Jiménez, 2012), en la cual ni la modernización, ni el capitalismo logran penetrar (Vich, 2010: 37). Así, la sierra sur tiende a ser aislada del proyecto de desarrollo estatal peruano; a través de este proceso se establecen imaginarios que separan jerárquicamente un área al que se entiende como el “Perú oficial” (conformado por la costa y la sierra norte), y un territorio al que se asume como el “otro Perú” (conformado por la sierra sur) (Jiménez, 2012). En suma: estos procesos yuxtaponen el contenido étnico al imaginario territorial en la conformación de las alteridades históricas y paradigmas étnicos nacionales peruanos.

      26 Este imaginario sedimenta, además, el contraste identitario entre peruanos y bolivianos. En Perú, los bolivianos son generalmente asociados a la sierra sur y etiquetados ideológicamente como adheridos a una etnicidad inferior.

      27 En Arica, el trabajo desprovisto de cualquier derecho social (contribución para la jubilación, seguro de salud, vacaciones o seguro de vida) era la regla, mientras en Valparaíso y Santiago constituya casi una excepción entre las mujeres encuestadas.

      CAPÍTULO II

      Entre lo transnacional y lo transfronterizo

      Entre los investigadores sociales no hay serias diferencias entre quienes observan sin pensar y quienes piensan sin observar; las diferencias se refieren más bien a qué clase de pensamiento, qué clase de observación y qué clase de vínculos, si es que hay alguno, existen entre ambas cosas. La causa fundamental de la gran teoría es la elección inicial de un nivel de pensamiento tan general, que quienes lo practiquen no pueden descender a la observación. Como grandes teóricos, nunca descienden de sus altas generalidades a los problemas que presentan sus contextos históricos y estructurales. Esa falta de un sentido sólido de los verdaderos problemas es la causa de la irrealidad tan notoria en sus páginas

      (Mills, 1989[1959]: 52).

      Nada mejor para empezar un capítulo dedicado a debates teóricos que retornar a las reflexiones de Wright Mills, publicadas por primera vez en 1959. Dueño de una redacción crítica única –concisa y dotada de una coherencia que no siempre abunda en las ciencias sociales–, Mills se refería, en esta cita que reproducimos, al volumen clásico de Talcott Parsons (1951), The Social System. El libro era considerado por muchos, en aquellos años, como una gran obra que reunía la aportación teórica de los principales paradigmas de las ciencias sociales, que Parsons pretendía traducir a una versión unificada. Es esta versión unificada la que Mills denomina, con gran dosis de ironía, “la gran teoría”. Mills demuestra, entonces,

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