Reflexiones sobre Historia Social desde Nuestra América. Gabriela Grosores

Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу Reflexiones sobre Historia Social desde Nuestra América - Gabriela Grosores страница 11

Автор:
Серия:
Издательство:
Reflexiones sobre Historia Social desde Nuestra América - Gabriela Grosores

Скачать книгу

historia, cualesquiera que sean los rum­bos de ésta, al perseguir cada cual sus fines propios con la con­ciencia y la voluntad de lo que hacen; y la resultante de estas nu­merosas voluntades, proyectadas en diversas direcciones, y de su múltiple influencia sobre el mundo exterior, es precisamente la historia. Importa, pues, también lo que quieran los muchos indivi­duos. La voluntad está movida por la pasión o por la reflexión. Pero los resortes que, a su vez, mueven directamente a éstas, son muy diversos. Unas veces, son objetos exteriores; otras veces, motivos ideales. Pero, por una parte, ya veíamos que las muchas volunta­des individuales que actúan en la historia producen casi siempre resultados muy distintos de los perseguidos -a veces, incluso con­trarios-, y, por tanto, sus móviles tienen una importancia pura­mente secundaria en cuanto al resultado total. Por otra parte, hay que preguntarse qué fuerzas propulsoras actúan, a su vez, detrás de esos móviles, qué causas históricas son las que en las cabezas de los hombres se transforman en estos móviles.

      Esta pregunta no se la había hecho jamás el antiguo materia­lismo. Por esto su interpretación de la historia, cuando la tiene, es esencialmente pragmática; lo enjuicia todo con arreglo a los móvi­les de los actos; clasifica a los hombres que actúan en la historia en buenos y en malos, y luego comprueba, que, por regla general, los buenos son los engañados, y los malos los vencedores. De donde se sigue, para el viejo materialismo, que el estudio de la historia no arroja enseñanzas muy edificantes, y, para nosotros, que en el cam­po histórico este viejo materialismo se hace traición a sí mismo, puesto que acepta como últimas causas los móviles ideales que allí actúan, en vez de indagar detrás de ellos, cuáles son los móviles de esos móviles. La inconsecuencia no estriba precisamente en admi­tir móviles ideales, sino en no remontarse, partiendo de ellos, hasta sus causas determinantes. (...)

      Lo que ocurre entonces, no es la mera sumatoria de las accio­nes individuales sino que la propia acción individual está condi­cionada por la acción social de todos, más allá de la conciencia y la voluntad de cada individuo. Lo sepamos o no, lo querramos o no, nacemos en un país, en un tiempo, en una cultura, en una clase social y estas son determinaciones objetivas y sociales, colecti­vas, que nos preexisten y configuran, condicionando nuestra vida y nuestra práctica. Este es el aspecto materialista de la historia. A su vez, nuestra práctica contribuye a consolidar y reproducir o a desgastar y transformar esa misma estructura que nos condiciona. Este es el aspecto dialéctico.

      Para comprender y explicar los procesos históricos, e incluso los móviles subjetivos, colectivos e individuales, indagamos la na­turaleza de esas fuerzas motrices que están detrás de los mismos y relacionamos la práctica con las representaciones, el proceso ob­jetivo, social, material de la acción humana objetiva con el corre­lato mental, subjetivo, la constelación de ideas, dominantes o no, la cultura y el pensamiento de cada persona. Se trata de estudiar la interacción entre las condiciones objetivas (a la vez naturales y sociales, producto de la acción de las generaciones precedentes) y la práctica social transformadora de los hombres.

      Sintetizando las afirmaciones de Engels, podemos decir que son los hombres los que hacen la historia: no hay historia por fuera de la acción humana, con su iniciativa, sus ideas y su voluntad. No exis­te una historia predeterminada por una idea o el destino, o por “las fuerzas productivas” o el avance de la técnica, concebidas por se­parado de la acción de los hombres que las desarrollan. Es decir, no existen las condiciones objetivas por fuera de la práctica de todos los hombres que las crearon. Sin embargo, tampoco existe la práctica de esos hombres, su iniciativa y su acción, por fuera de condiciones objetivas determinadas. Los hombres hacen su historia, pero no de cualquier modo o por su mera voluntad, sino sobre la base de aque­llas condiciones objetivas dadas, que preexisten a cada individuo y a cada generación y que son el horizonte y la condición de posibilidad de su propia acción. Precisamente el centro del movimiento de la historia real, y el foco del conocimiento histórico, es la interacción entre dichas condiciones objetivas subyacentes y la práctica social transformadora de los hombres, que, incluye y supone su concien­cia y voluntad, pero es a la vez tan material y objetiva como las con­diciones, sus herramientas o sus armas.

      Carlos Marx resumió esta interacción determinante de la his­toria en un breve texto fundador del materialismo dialéctico, en polémica con el materialismo mecanicista y el idealismo:

      “[III] La teoría materialista de que los hombres son produc­to de las circunstancias y de la educación, y de que, por lo tanto, los hombres modificados son producto de circunstancias distin­tas y de una educación modificada, olvida que son los hombres, precisamente, los que cambian las circunstancias y que el propio educador necesita ser educado. Conduce, pues, forzosamente, a la división de la sociedad en dos partes, una de las cuales está por encima de la sociedad (así, por ejemplo, en Robert Owen).

      Homo Sapiens: Naturaleza, sociedad e historia

      El período más largo de la historia humana había sido denomi­nado prejuiciosamente por la historiografía tradicional como Pre­historia, y relegado como un campo de estudio que no compete a los historiadores sino a los antropólogos y arqueólogos. Todavía se sigue estudiando en las escuelas que la Historia comienza con la es­critura y de hecho todavía así aparece en los planes de las carreras de historia de muchas universidades del país. ¡Nótese la gravedad de esta concepción que dejaría afuera de la historia al Imperio Incaico!

      Además del privilegio absoluto que esta definición atribuye al testimonio subjetivo transmitido con la escritura para el conoci­miento histórico y de las reales o presuntas competencias disci­plinarias (historia o arqueología), se desliza en esa distinción una concepción de las sociedades “pre-históricas” como sociedades sin historia, sin cambio.

      La historia de la especie abarcó un período muy prolongado, verificado científicamente, en el cual la humanidad surge del mun­do natural como una especie biológicamente determinada. Este proceso de transformación, desde nuestros primeros ancestros primates pasando por las diversas variedades de homo hasta lle­gar al homo sapiens sapiens se conoce como hominización. Fue un largo proceso de evolución biológica de mutaciones y adapta­ciones. El propio ambiente va condicionando esas mutaciones: la visión frontal, estereoscópica, la reducción de la mandíbula y am­pliación de la caja craneana, la posición erecta que liberó las manos, todo ello vinculado a una complejidad cerebral impresionante que aún hoy no conocemos en su totalidad.

Скачать книгу